'Green Tea. La Dama ovale' de Leonora Carriington,
en la exposición de Centro Pompidou.
El mundo se había desplomado y un grupo de veinteañeros traumatizados por la I Guerra Mundial y alarmados ante el potencial de destrucción que implicaba el supuesto regreso quisieron reconstruirlo. Propusieron otra forma de ver la supuesta realidad. "Una realidad absoluta, una subrrealidad", dijo André Breton, su líder y principal teórico. Un siglo después de la publicación del Manifiesto surrealista en 1924, el Centro Pompidou de París propone una lectura novedosa de ese movimiento de vanguardia que alternó la voluntad de Marx de "transformar el mundo" con la de Rimbaud de "cambiar la vida.
Al comienzo de esta ambiciosa muestra, inaugurada ayer y abierta hasta enero de 2025, con 500 obras y documentos, se halla el manifiesto manuscrito por Breton, comprado a sus herederos en 2019 por la Biblioteca Nacional de Francia. Algunas frases resuenan en la voz (sintética) de Breton, reconstituida gracias a la inteligencia artificial, elección discutible para un movimiento que se opuso a la industrialización y mecanización de la sociedad. La muestra anterior sobre este ismo en el Pompidou, La revolución surrealista, tuvo lugar en 2002. Desde entonces, la investigación académica ha revelado que fue menos parisino y masculino de lo que la leyenda sugiere.
Como ya sostuvo la exposición Surrealism Beyond Borders, vista en 2022 en Londres y Nueva York, el movimiento no fue solo cosa de franceses y se implantó en el Reino Unido, Bélgica, Suecia, Italia y España. También en Japón, Egipto o Latinoamérica, profusamente representada en esta nueva muestra. "Fue un movimiento internacional, libre de dogmas estéticos y formalismos. Un espacio de emancipación, una filosofía y una aventura humana abierta a todos aquellos que deseaban explorar una nueva relación con el mundo", explica la comisaria Marie Sarré. También fue "el grupo de vanguardia que cedió el espacio más significativo" a las mujeres. No el suficiente, pero más que los demás. En 2022, el Pompidou solo expuso el trabajo de tres mujeres artistas. Ahora, son casi el 40%.
La muestra explora los temas dominantes en las distintas escuelas surrealistas, desde el artista como médium en la obra de Giorgo de Chirico a la influencia de Freud en la de Salvador Dalí (El Sueño causado por el vuelo de una abeja ha sido prestado por el Museo Thyssen, mientras que el Reina Sofía ha cedido El gran masturbador), y de la erótica turbia de las muñecas rotas de Hans Bellmer al interés por el cosmos en Magritte y Miró. La mezcla de elementos que pregonó la conocida definición de Lautréamont ("el encuentro fortuito de una máquina de coser y un paraguas sobre una mesa de disección")...
La exposición, que reproduce la forma de un laberinto, se sumerge en la complejidad de un movimiento que pese a haberse autodisuelto en 1969, sigue presente en la cultura contemporánea. "El surrealismo no ha muerto, por lo menos como forma de pensar". aseguraba en la víspera de la inauguración Jean-Claude Silbermann, que a sus 89 años es el último miembro vivo del grupo... Tras el regreso de la figuración como lenguaje predominante, los artistas de hoy vuelven a defender lo maravilloso y lo poético como arma para sobrevivir en un mundo a la deriva. "No es casual que suceda en tiempos de turbulencias políticas y de nuevo auge de los nacionalismos", apunta Sarré. Como hace más o menos un siglo.
Álex Vicente, París. El País, jueves 5 de septiembre de 2024.
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