jueves, 26 de septiembre de 2024

"Un lugar inconveniente". Ucrania y el retorno del mal

"De Babyn Yard pueden decirse dos cosas: no es solamente una idea, pero tampoco es propiamente un lugar". Así lo afirman Jonathan Littell (francés de 1967, aunque residente en Barcelona) y el fotógrafo Antoine D'Agata (1961) en este perturbador libro sobre Ucrania pues. Babyn Yard es el nombre del barranco de la capital ucraniana en el que las fuerzas alemanas que habían invadido el país en 1941, el "29 y 30 de septiembre... fusilaron a 33.771 judíos". Un horror que continuó durante la ocupación, pues allí "seguían produciéndose matanzas, que se irán convirtiendo en un procedimiento regular, según algunas fuentes los martes y los jueves". Tal fue así que el "total de víctimas se estima en unos cien mil, 60.000 judíos y otras 40.000 personas: soldados del Ejército Rojo, marineros de la flota del Dnipró, comisarios políticos, agentes del NKVD, civiles tomados como rehenes, gitanos, nacionalistas, sacerdotes, enfermos mentales y muchos otros que tuvieron la desgracia de disgustar al ocupante".

No se extiende mucho más Littell en los hechos históricos, pues como anota  en una de las más de 220 entradas que, a modo de diario , crónica personal y reflexión histórica, componen el el libro, ya se explayó sobre ellos en Las benévolas (2006). En dicha novela, de impacto considerable, Littell narró de forma minuciosa y estremecedora las principales matanzas nazis, entre ellas las de Babyn Yar. 

La intención de los autores es otra en Un lugar inconveniente. Su relato está anclando en el presente en dos sentidos: por un lado, los textos nacen de una visita al lugar, y es desde allí desde donde narran su historia hasta nuestros días: la forma en que ha sido recordado u ocultado o cómo se ha transmitido la memoria de los hechos a medida que el tiempo pasó y se producían cambios políticos profundos en el país. El segundo anclaje con el presente tiene que ver la invasión rusa de Ucrania, que comienza en febrero de 2022, días después de que Littell estuviera acabando el libro en su concepción original, compuesto por sus reflexiones sobre el barranco del horror. D'Agata y Littell decidieron  que la obra no podía quedarse tal cual fue concebida  y viajaron a una Ucrania en guerra abierta.

Y, en concreto fueron a Bucha, escenario de ejecuciones indiscriminadas de población civil  por parte de las tropas  de Putin en su intento de tomar Kiev. Escenas similares a las de 1941. El corolario es desalentador: la peor historia se repite, como si el peso abrumador de los hechos documentados que ocurrieron hace muy pocas generaciones no sirvieran para nada...

No se vislumbra aún un final para la invasión rusa de Ucrania, pero mientras siga en marcha, habrá que seguir  documentando el horror de los nuevos Babyn Yar. Aunque parezca que no sirve de nada. O en palabras del añorado Javier Muguerza, habrá que agarrarse a la razón "con esperanza, sin esperanza y aún contra toda esperanza.

Antonio G. Maldonado. El Cultural, 6-9-2024.

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