No se extiende mucho más Littell en los hechos históricos, pues como anota en una de las más de 220 entradas que, a modo de diario , crónica personal y reflexión histórica, componen el el libro, ya se explayó sobre ellos en Las benévolas (2006). En dicha novela, de impacto considerable, Littell narró de forma minuciosa y estremecedora las principales matanzas nazis, entre ellas las de Babyn Yar.
La intención de los autores es otra en Un lugar inconveniente. Su relato está anclando en el presente en dos sentidos: por un lado, los textos nacen de una visita al lugar, y es desde allí desde donde narran su historia hasta nuestros días: la forma en que ha sido recordado u ocultado o cómo se ha transmitido la memoria de los hechos a medida que el tiempo pasó y se producían cambios políticos profundos en el país. El segundo anclaje con el presente tiene que ver la invasión rusa de Ucrania, que comienza en febrero de 2022, días después de que Littell estuviera acabando el libro en su concepción original, compuesto por sus reflexiones sobre el barranco del horror. D'Agata y Littell decidieron que la obra no podía quedarse tal cual fue concebida y viajaron a una Ucrania en guerra abierta.
Y, en concreto fueron a Bucha, escenario de ejecuciones indiscriminadas de población civil por parte de las tropas de Putin en su intento de tomar Kiev. Escenas similares a las de 1941. El corolario es desalentador: la peor historia se repite, como si el peso abrumador de los hechos documentados que ocurrieron hace muy pocas generaciones no sirvieran para nada...
No se vislumbra aún un final para la invasión rusa de Ucrania, pero mientras siga en marcha, habrá que seguir documentando el horror de los nuevos Babyn Yar. Aunque parezca que no sirve de nada. O en palabras del añorado Javier Muguerza, habrá que agarrarse a la razón "con esperanza, sin esperanza y aún contra toda esperanza.
Antonio G. Maldonado. El Cultural, 6-9-2024.
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