120 pulsaciones por minuto, de Robin Campillo, llega a España tras haber sido uno de los grandes éxitos de 2017 en Francia. Robin Campillo (Mohammedia, 1962) hubiese preferido dirigir una película de ciencia ficción, pero se le torcieron los planes. Durante la preproducción de ese proyecto, el director y guionista empezó a tener pesadillas por las noches. Se le aparecía como un fantasma del pasado, una vieja idea abandonada en algún rincón de su cabeza. "Llevaba años esquivando esta película, pero entendí que tal vez había llegado el momento de enfrentarme a ella", explica Campillo, gran revelación del último cine francés con su tercer film como director, 120 pulsaciones por minuto. Si el cineasta se resistió durante tanto tiempo a sacar adelante el proyecto, fue porque le recordaba una etapa difícil de su vida: los primeros años noventa, cuando militó en Act Up-Paris, asociación fundada en 1989 que aspiraba a romper el silencio sobre la epidemia del sida. Su trabajo fue forzar a las autoridades públicas y a los laboratorios farmacéuticos a abandonar su notoria indiferencia, a través de métodos que no siempre fueron pacíficos. "Fue un momento muy duro. Viví lo mismo que uno de los personajes de la película. A los 18 años tuve un novio bisexual que se acostaba con todo el mundo. Mucho tiempo después, entendí que él estaba enfermo, aunque nunca lográsemos hablar abiertamente del tema. Cuando murió, me costó mucho encajar lo que le había sucedido", relata Campillo, con los ojos humedecidos. "Sentí una ira terrible. La clandestinidad de los enfermos era tan fuerte que ni siquiera ellos podían hablar de lo que les sucedía", añade. Su filme se desarrolla en los noventa, pero podría hacerlo en la actualidad. Nada en su dirección artística, en el vestuario, en la forma de hablar de sus personajes remite a un pasado remoto, sino a un presente reconocible. "Desconfío del concepto del filme de época. He querido hacer una película sobre el presente. No quería que el espectador saliera de la sala con la sensación de que ese fue otro tiempo". Lo dice porque la enfermedad sigue matando, por muchas campañas de prevención que existan...
Álex Vicente. París. El País, viernes 19 de enero de 2019
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