A. Dominique Perrin |
El escultor César Baldaccini, padrino de la fundación, fue clave desde el comienzo: eligió el lugar adecuado para su establecimiento y ayudó a Perrin a materializar la extravagancia décadas antes de que la fiebre por el arte contemporáneo, que hoy se refleja en ferias, galerías colecciones de bancos, museos y particulares, fuera imaginable. Por romántico que parezca, aquella no era solo una estrategia de expansión corporativa. También era filantropía en el mejor de los sentidos. Más allá de su utilidad para desgravar impuestos, la sociedad a la que están dirigidas se enriquece con su acción...Perrin destaca el modo en que se financia la fundación: un 90% por Cartier y un 10% por proveedores que trabajan con la marca y, naturalmente, por particulares. Comprar obra, montar y realizar las exhibiciones y mantener el espectacular edificio que Jean Nouvel dio a luz en 1994, es una tarea que supera los 10 millones de dólares anuales (unos 8,2 millones de euros). Con la venta de libros, catálogos y entradas se recuperan cerca de dos millones... "El presupuesto, la contabilidad y la planificación de las exposiciones es realizado por el comité ejecutivo de la fundación, donde trabajan alrededor de 40 personas, cinco de las cuales son comisarias. Pero las reglas siempre fueron claras: realizar una muestra temática anual totalmente abierta al público y no mezclar Cartier con la fundación para que los artistas no trabajen con la empresa ni nosotros seamos sospechosos de favoritismo de manera que los ayudemos a promover su trabajo sin pedir nada a cambio. Eso es sumamente infrecuente y, aunque nos copian el estilo, el hacer exposiciones temáticas con coherencia y profundidad, como la que dedicamos en homenaje a Ferrari, al rock and roll, a las matemáticas o a los años sesenta, no se le da tan bien a la competencia", asegura...
Dani Levinas. París. El País, lunes de enero de 2018
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