martes, 16 de enero de 2018

Alain Dominique Perrin y la Fundación Cartier

A. Dominique Perrin
A sus 75 años, Alain Dominique Perrin (Nantes 1947), coleccionista de arte y fundador de la Fundación Cartier, ha logrado ser un precursor de todas aquellas áreas en las que se lo ha propuesto. Algunas personas señalan el camino, otras ayudan a demarcarlo y muchas otras lo recorremos. Y Perrin no parece cansarse de señalar nuevas vías. Convertido en mandamás de Cartier en 1975, desde esa posición expandió la industria del lujo. Y entre sus decisiones, la más audaz fue crear, en 1984, una fundación para el arte contemporáneo. Esta ilumina hoy Montparnasse. No es solo lo que la fundación ha hecho, sino el modo en que mucho tiempo después, iniciativas de otras compañías referentes en la industria del lujo fueron copiando aquellas ideas. Hoy son norma, parte de una realidad que se financia más desde el sector privado que desde el público. Aquel impulso extraño tuvo que ver con el contexto político de la Francia de mediados de los ochenta. Dice Perrin:"Tras la elección de Mitterrand como presidente, los socialistas se pusieron de moda y nos vimos en la necesidad de transformarnos en actores claves ya de nuestro sector sino de la sociedad. Así que, a pesar de que Cartier era ya una marca de renombre mundial, decidimos enfocarnos en el negocio y el mecenazgo. Con ese fin creamos la fundación, con la idea de ayudar a artistas contemporáneos a encontrar subsidios y dinero del sector privado para darles la libertad económica con la que crear, tarea ardua, porque el arte contemporáneo no existía. 
El escultor César Baldaccini, padrino de la fundación, fue clave desde el comienzo: eligió el lugar adecuado para su establecimiento y ayudó a Perrin a materializar la extravagancia décadas antes de que la fiebre por el arte contemporáneo, que hoy se refleja en ferias, galerías colecciones de bancos, museos y particulares, fuera imaginable. Por romántico que parezca, aquella no era solo una estrategia de expansión corporativa. También era filantropía en el mejor de los sentidos. Más allá de su utilidad para desgravar impuestos, la sociedad a la que están dirigidas se enriquece con su acción...Perrin destaca el modo en que se financia la fundación: un 90% por Cartier y un 10% por proveedores que trabajan con la marca y, naturalmente, por particulares. Comprar obra, montar y realizar las exhibiciones y mantener el espectacular edificio que Jean Nouvel dio a luz en 1994, es una tarea que supera los 10 millones de dólares anuales (unos 8,2 millones de euros). Con la venta de libros, catálogos y entradas se recuperan cerca de dos millones... "El presupuesto, la contabilidad y la planificación de las exposiciones es realizado por el comité ejecutivo de la fundación, donde trabajan alrededor de 40 personas, cinco de las cuales son comisarias. Pero las reglas siempre fueron claras: realizar una muestra temática anual totalmente abierta al público y no mezclar Cartier con la fundación para que los artistas no trabajen con la empresa ni nosotros seamos sospechosos de favoritismo de manera que los ayudemos a promover su trabajo sin pedir nada a cambio. Eso es sumamente infrecuente y, aunque nos copian el estilo, el hacer exposiciones temáticas con coherencia y profundidad, como la que dedicamos en homenaje a Ferrari, al rock and roll, a las matemáticas o a los años sesenta, no se le da tan bien a la competencia", asegura...
Dani Levinas. París. El País, lunes de enero de 2018

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