viernes, 26 de enero de 2018

La princesa de París busca su reino

Charlotte Gainsbourg
Charlotte Gainsbourg. Desde niña cada uno de sus pasos ha sido comparado en términos genéticos. Hija de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, semidioses de la cultura francesa, la actriz y cantante edita un nuevo disco y confiesa: "No tengo el talento de mi padre ni la belleza de mi madre"...La cita es en el bar de un lujoso hotel parisiense, a solo un par de esquinas de la casa donde creció. La mítica morada en la Rue de Verneuil en la que vivió su padre, ese Zeus de la melodía llamado Serge Gainsbourg, hasta su muerte en 1991...La fachada está cubierta de una impresionante reproducción de los rostros de sus padres a escala gigante. En este rincón de la ciudad Charlotte Gainsbourg se siente como en casa. Pero éste ya no es su hogar. Tras la muerte de su hermanastra, la fotógrafa Kate Barry, Gainsbourg se mudó a Nueva York. "Me pasé seis meses en la cama. Me sentía culpable por marcharme, pero fue la única forma de sobrevivir", explica con su inimitable hilo de voz... La estrategia funcionó. Gainsbourg pudo reinventarse a la luz d deel optimismo beato sus autóctonos...Recorrió Manhattan en su bici, pasó horas cocinando con sus tres hijos y se inició en el deporte, actividad proscrita en una familia donde "lo obligatorio era ser poeta maldito y sufrir mucho", como confiesa entre risas. Dedicó el tiempo que le quedaba a terminar un disco que llevaba siete años postergando. Lo tiñó de pop sombrío y de letras lóbregas, que escribió en sus dos lenguas maternas. Y tras una larga reflexión decidió titularlo Rest (editado por Because/universal). Como el rest in peace que se desea a los muertos en inglés. Como el imperativo francés que les exhorta a no abandonarnos. No hay que ser bilingüe para entender que este es un disco sobre la muerte. "Pero también sobre la vida, porque yo sigo aquí. Es un álbum sobre el dolor que provoca la muerte y sobre el arrebato vital que viene después", resume Gainsbourg. "Al llegar a Nueva York, logré recuperar el apetito por la vida. Seguía obsesionada con la muerte de mi hermana, pero existía una distancia que la convertía en algo menos real y concreto". Pese a todo, no le gusta ver su disco como una terapia. "Es un proyecto artístico y no un proceso de curación. Por otra parte, cuando terminé el álbum tampoco me sentí aliviada. Sigo encontrándome en un estado de incomprensión respecto a su muerte..."
El disco también le sirvió para saldar cuentas consigo misma. Desde que tiene uso de razón, Gainsbourg ha estado a la sombra de la fama cegadora de sus padres ... Siempre ha vivido con la desagradable sensación de no estar a la altura de sus estándares genéticos... Con Rest parece aceptar, por fin, su condición de hija de. "Es verdad. Ahora lo llevo mejor".....
Álex Vicente. El País Semanal, 29-12-2017

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