|
Picasso y Jacqueline Roque. Foto de Douglas Duncan |
Comencemos con algunos datos. Procure, eso sí, no marearse: 1885 cuadros, 7089 dibujos, 1228 esculturas, 2800 cerámicas, cerca de 10.000 litografías y grabados, una casa en la plácida Mougins, un château... El inventario de lo que Pablo Picasso dejó a sus herederos da vértigo. Más todavía si se tiene en cuenta que la mayor parte de este legado acabó en las manos de una sola persona. Jacqueline Roque, última esposa del genio malagueño, heredó el pellizco más gordo -en detrimento de los cuatro hijos del pintor- sin pagar derecho de sucesión alguno. Se quedó además con la casa de Notre-Dame-de-Vie, en la plácida Mougins, cerca de Cannes, donde el artista vivió y pintó los últimos años, y con el imponente Château de Vauvenargues, en cuyo jardín yace aún el maestro malagueño. Pero hay más: Roque, que tenía una hija, Catherine Hutin, cuando se casó con Picasso, recuperó más tarde, para su colección, obras dispersas en las que figuraba ella y muchas otras que le fueron dedicadas, algo que Picasso hizo con bastante frecuencia. "El conjunto puede valer hoy unos 3.000 millones de euros", calcula el experto. Es decir, Jacqueline Roque se convirtió de golpe en una de las mujeres más ricas de Francia -hundida, eso sí, en la depresión y refugiada en la bebida-, un título que ostentó durante tres lustros: desde 1973. año de la muerte de Picasso hasta 1987, cuando la viuda se pegó un tiro en la sien en su emblemática residencia de Mougins. Fue así, de la noche a la mañana, como Catherine Hutin, única heredera de Roque, se convirtió en propietaria de más cuadros, bienes y objetos de Picasso que sus propios hijos y nietos por línea directa. Hutin tenía entonces 40 años y trabajaba como secretaria, desde hacía tres, en el periódico L´Évènement du Jeudi. En la redacción sus compañeros la tenían por una joven simpática y muy apreciada por los periodistas por su destreza para escribir a máquina. En declaraciones a la revista francesa Paris Match, Jean-François Kahn -el director-- recuerda así el anuncio de su partida. Un día me dijo: "Me voy, mi madre ha muerto, soy multimillonaria". Aquello se me quedó grabado. Nadie sabía quién era". Hoy, treinta años después, Catherine Hutin, que siempre ha cultivado un aire huidizo y misterioso, está inmersa en un intrincado triángulo judicial en cuyos otros dos vértices se hallan el oligarca ruso Dimitri Rybolóvlev, dueño del club de fútbol AS Mónaco, y un marchante de arte suizo, tan prestigioso como controvertido, llamado Yves Bouvier.
Numerosos enigmas penden aún sobre el caso, pero el relato bien podría iniciarse a principios de 2015. El magnate ruso, compulsivo comprador de obras maestras, acababa de denunciar al tratante suizo por estafa, acusándolo de inflar durante una década los precios de los cuadros que le conseguía, entre ellos los retratos que Picasso dedicó a su última esposa: Mujer peinándose y Española con abanico, que Bouvier le había vendido en 2013 por 27 millones de euros. Al enterarse del asunto Hutin denunció al marchante por robo, asegurando que ambas obras eran de su propiedad y que le habían sido sustraídas. Según ella los cuadros estuvieron en su casa de Mougins hasta 2008, cuando intentó venderla y ordenó a Olivier Thomas -un prestigioso tratante, socio de Bouvier, inventariar sus bienes y guardarlos en unos almacenes en París....En los meses siguientes de 2015, Rybolóvlev restituyó los retratos a la hijastra del pintor malagueño, pero las denuncias contra el marchante suizo siguieron su curso. El contraataque de Bouvier fue demoledor. El suizo entregó a la juez un justificante de pago de 8 millones de dólares, con fecha de 9 de diciembre de 2010 por dos retratos y varios dibujos de Picasso...¿El nombre de la beneficiara? Catherine Blay(el apellido completo es Hutin-Blay), nacida el 4 de enero de 1948....
Víctor Zubiaur. XLSEMANAL, 29 de octubre de 2017
No hay comentarios:
Publicar un comentario