sábado, 20 de enero de 2018

La excepcionalidad francesa

El Collège de France
El  Collège de France, una institución educativa pública, es un brazo armado de la cultura y la ciencia en Francia desde el Renacimiento, aunque quede lejos el tiempo en que este país marcaba el paso de los avances de la humanidad. Un día, durante la ocupación nazi, Paul Valéry se cruzó con un oficial alemán a las puertas del vetusto edificio donde el escritor impartía sus lecciones de poética.  -¿Qué se enseña en esta escuela ? -preguntó el oficial. -He aquí un lugar donde la palabra es libre -respondió el poeta. La anécdota aparece en el capítulo consagrado al Collège de France en el monumental Los lugares de la memoria, coordinado por el historiador Pierre Nora. Porque el Collège de France, o Colegio de Francia, es uno de estos lugares de la memoria: una institución que a lo largo de los siglos ha ayudado a configurar la identidad nacional francesa. 
Una universidad sin diplomas. Un centro de investigación con aulas abiertas a todo el mundo, y sin pagar matrícula ni billete de entrada. Una institución del Estado -fundada por un rey y posteriormente bajo la protección del presidente de la República- pero celosa, como señalaba Valéry al oficial alemán, de su libertad. Un emblema del vigor de la excelencia francesa, de su force de frappe cultural y científica (del mismo modo que la fuerza nuclear es un pilar de  fuerza geopolítica), aunque queden lejos los tiempos en que las letras y las ciencias de este país  marcaban el pulso de los avances de la humanidad. Hoy, casi medio milenio después de su fundación en 1530 por el rey Francisco I  y el humanista Guillaume Budé, el Collège de France sigue fiel al espíritu original, que hace de él una especie de objeto académico no identificado. Lo único comparable en otro país quizá sea el Instituto para el Estudio Avanzado de Princeton, fundado en 1930 con Albert Einstein como uno de sus primeros profesores.
"Queda el espíritu del Renacimiento, explica Alain Prochiantz, administrador del Collège y profesor titular de la cátedra de procesos morfogenéticos... Nuestra divisa, docet omnia (enseñarlo todo, impartir todas las materias), aún es válida"... Además del docet omnia, el otro lema lo acuñó uno de sus profesores ilustres del siglo XIX, Ernest Renan: en el Collège de France se enseña la ciencia mientras se está haciendo". Cada uno de los profesores - 47 hoy- tiene dos obligaciones: explorar las últimas fronteras del conocimiento e ir enseñando al público - que puede ser un estudiante, un especialista o una persona de la calle con curiosidad- los resultados de esta investigación. Los cursos cambian cada año: reflejan la evolución de la ciencia en tiempo real. En el curso 2017-2018, por ejemplo, cualquier interesado puede asistir a las clases de la sinóloga Anne Cheng sobre la historia intelectual de China, ver al historiador Antoine Compagnon disertando sobre la literatura como deporte de combate, seguir el seminario del politólogo de referencia de la Francia contemporánea, Pierre Rosanvallon. sobre la democracia en la era de la posverdad, descubrir en qué trabaja la astrofísica Françoise Combes asistiendo a sus lecciones sobre "Dinámica de las galaxias", o aprender en boca del propio Prochiantz que es "El mito del 1,23% ", el título de su curso este año...
Marc Bassets. París. El País, domingo, 17-12-17

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