viernes, 19 de enero de 2018

Voltaire/Rousseau, duelo ilustrado

José M. Flotats y Pere Ponce en una escena de Voltaire y Rousseau. 
Foto de MARCOSGPUNTO
Vuelve Jose María Flotats a una fórmula que le encanta: la del careo entre figurones de su amada cultura francesa. Ahí están los ejemplos de El encuentro de Descartes con Pascal el joven. Y La cena, donde el jacobino Fouché y el aristócrata liberal Talleyrand libribaban un sibilino duelo verbal. Ambos eran textos de Jean Claude Brisville. Ahora enfrenta a dos pensadores cruciales en el Siglo de las Luces: Voltaire y Rousseau. Su debate, enconado y constructivo a un tiempo, lo vemos desde el 12 de enero en el Teatro María Guerrero. "Los ciudadanos de hoy somos hijos de sus ideas a un 50%, afirma Flotats, que dirige el montaje y además interpreta a Voltaire, un gustazo que llevaba años queriéndose dar. A Rousseau le da carne y voz Pere Ponce. La obra es de Jean-François Prévand, que se ha basado en la correspondencia que cruzaron. En ella queda constancia de su inquina y admiración mutuas. La charla se desarrolla en el castillo de Ferney, donde se había afincado, estratégicamente, Voltaire: parte del edificio daba a la frontera suiza, de manera que podía escapar a la carrera de las huestes de Luis XV si intentaban echarle el guante por sus vitriólicos escritos. La valentía para poner en solfa la monarquía absoluta es una de las virtudes que más destaca Flotats de esta iluminadora pareja. "Ambos son un ejemplo de libertad irredenta. No dejaron de escribir lo que pensaban en un régimen refractario a cualquier tipo de crítica y con la Inquisición todavía matando a herejes y disidentes", explica Flotats a El Cultural. La religión y la creencia en Dios es precisamente lo que da pie a la discusión.
Rousseau decide visitar a Voltaire en sus aposentos para reprocharle su agnosticismo, vertido en una obra sobre el devastador terremoto que destruyó  Lisboa. Voltaire muestra su escepticismo ante un Dios que permite algo así. La providencia, en su opinión, es un invento de los hombres. El autor del Contrato social discrepa. Le afea que un hombre como él, de clase pudiente, criado sobre mullidas alfombras, dude de la bondad divina. Luego saldrán a relucir cuestiones sociales sobre las que también se enzarzan. Y vaticinan por donde va a caminar la humanidad en el futuro...
A. Ojeda. El Cultural, 12-1-2018

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