miércoles, 21 de marzo de 2018

Al pie de la duna

Duna de Pilat
La madre naturaleza sabe hacer regalos y los hace cuando quiere. Después de la galerna del lunes y del frío intenso ayer en Burdeos, hoy, 21 de marzo, el primer día de la primavera, amaneció con un cielo azul limpísimo, sol radiante, mucha luz. Escogió el día, escogió el lugar: por la mañana la duna, mediodía y primeras horas de la tarde, Arcachon. Treinta y cinco alumnos, tres profesores, subiendo la duna. Unos cuantos pares de zapatos y deportivos y una profesora los esperan. Ella inevitablemente repasa las veces que ha hecho lo mismo, esperar a los que suben. Sólo subió una vez. Era muy joven, assistante de español entonces en Bordeaux. Volvió con su familia, con grupos de alumnos  y aunque no subió ninguna otra vez, nunca olvidó lo que sintió aquella primera vez. Hoy muy de mañana, preparando la visita, anotó algunos datos sobre este paraje. Es con diferencia la duna más alta de Europa. Pero la altura no lo es todo. Es el conjunto formado por su increíble tamaño, el entorno de los pinos y el panorama sobre las playas que ofrece. Sus formas y sus colores que varían según el tiempo, la luz... Y qué decir de Arcachon que estrenaba temporada, de la jetée solitaria, de la plaza des Marquises abrigada del viento, de las terraza de su café  de la esquina donde disfrutamos de estos primeros soles tan esperados.... La tarde termina en la Foire des Quinconces. Los alumnos y los tres profesores jóvenes disfrutan de las atracciones. Mientras, esa profesora que soy yo cerrando el circulo que he venido a cerrar aquí, a Bordeaux, me escapo a La machine à lire, la librería de la Place du Parlement, otro lugar lleno de recuerdos de mi amiga A.D. que ya no está aquí. De vuelta en Quinconces nos espera el autobús, una banda que tiene al menos un saxo y unos tambores invita a bailar...
Carmen Glez Teixeira.

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