sábado, 24 de marzo de 2018

Ausencia y gratitud

Saint-Émilion
En Saint-Émilion dos alumnas me pidieron que las aconsejase en la elección de un buen vino que quería regalar una de ellas a su padre. Estábamos en la plaza de la iglesia monolítica. la misma plaza que ví en una de mis visitas a esta pequeña ciudad,  un árbol impresionante, no recuerdo su especie, su copa se abría como un enorme parasol sobre el centro de la plaza donde está instalada la terraza más grande de Saint-Emilion. Una de las veces que volví, también con alumnos, el árbol había desaparecido; "Estaba enfermo y se pudrió", fue la explicación que me dieron. El miércoles pasado sentí algo parecido a cuando alguien querido que ya no está con nosotros parece resurgir de las sombras en cada esquina de esos lugares, Bordeaux es uno de los míos,  donde fuimos felices con ellos. Alguna vez se produce el milagro de encontrar en su lugar algo o alguien que nos sirve de consuelo confirmando que la vida continua aunque la ausencia se mantenga. En Saint-Émilion hay ahora un árbol ya con bastantes años de vida reinando sobre la plaza. Pedí a mi amiga M.L. que también nos acompañó ese día que nos ayudase en la elección del vino ya que ella, como en casi todo, sabe mucho más que yo sobre vinos. Entramos en una de las muchas tiendas de vinos que se extienden por la ciudad. La alumna insistía en que yo lo probase porque para ella era muy importante que me gustase a mí. El segundo criterio a tener en cuenta era el precio, debía costar al menos cuarenta euros. Me sorprendía la insistencia sobre el precio, le advertimos que los había buenos y no tan caros. Pero fue terminante en ésto y salio con una botella de Saint-Émilion, grand cru, de un año, que ahora no puedo comprobar porque ya está en mi maleta, de las mejores cosechas de los últimos 5 años. Como soy de los que nunca sospechan que la verdad puede ser relativa, me llevé una gran sorpresa cuando en el autobús de regreso me la ofrecieron, en nombre de todo el grupo como regalo por haber preparado este viaje que nunca olvidarán... Ayer comiendo en un restaurant frente al Grand Théâtre, mi amigo J.P.D.  me mostró algunas fotos donde aparecían los dos grandes ausentes, su mujer y mi marido... Imposible retener algunas lágrimas.
Carmen Glez Teixeira

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