Desafiando al tiempo, lluvia y mucho frío, después de una noche de autobús y de un buen desayuno en Irún, emprendimos nuestro paseo por la costa vasca francesa, dejando atrás el Bidasoa y la isla de los Faisanes donde no hay faisanes. Hablamos de ella y del Tratado de los Pirineos que allí se firmó. También de Biriatou, esa colina que Semprún sentía com el símbolo de su identidad a caballo entre los dos países, España y Francia, su lugar de nacimiento y su patria de adopción. Saint-Jean de Lutz nos recibe en grises pero amablemente, la lluvia escampa y podemos hacer el paseo previsto. La casa de la Infanta María Teresa y a pocos metros la de Luis XIV, hoy Ayuntamiento, donde ambos residieron más o menos un mes antes de su boda con la que se selló el Tratado de los Pirineos. La iglesia de San Juan donde se celebró la boda, un hermoso ejemplo de iglesia vasca con sus galería, su coro y su retablo. La lluvia arrecia en Biarritz, tanto que el paseo, imposible a pie, lo hacemos en autobús, desde el faro hasta la playa de los vacos. Las dos grandes playas centrales en marea baja que nos permiten ver La chambre d'amour. Las olas rompiendo al pie del Palacio de la Emperatriz Eugenia Una corta parada en Le Rocher de la Vierge con foto obligada y salida hacia Bayonne donde comemos, en un antiguo bistrot art déco, bajo los soportales, un suculento pollo à la basquaise de un sencillo menú del día. A las 5 y media llegamos a Bordeaux, a Lormont. Aquí surge el primer contratiempo. No nos gusta el hotel que nos asignó nuestra agencia de viajes. Debo hacerme cargo de la situación, la parte desagradable de este trabajo que tanto me complace. Después de la cena en un centro comercial cercano los ánimos parecen más tranquilos. Mañana será otro día... Carmen Glez Teixeira
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