viernes, 23 de marzo de 2018

Una mañana en La Brède, con Montesquieu

Château de la Brède
Visita al Château de La Labrède propiedad de la familia Montesquieu desde la Edad Media hasta principios de este siglo cuando muere la ultima del linaje sin dejar descendencia. Jacqueline de Chabannes legó sus pertenencias a una fundación que lleva su nombre que se dedica a su cuidado y mantenimiento así como a la difusión de la obra  de Montesquieu. En este castillo nació, vivió y escribió el gran filósofo y escritor, sobre todo en verano ya que también pasaba largas estancias en París. Muchos de los lectores de este blog conocen esta faceta del autor de L'esprit de lois, una obra fundamental del siglo XVIII en la que se asientan principios de las democracias modernas. O Les lettres persanes que leíamos en aquel bachillerato de hace tantos años. Pero quizá no sepan, como me pasó a mi, que fue un gran propietario de viñedos y de otras tierras. Que aumentó su patrimonio con su matrimonio con una mujer también rica. Fue una administradora extraordinaria, una mujer de mano de hierro para los negocios, temida y odiada por los otros propietarios que no aceptaban su papel de "hombre de negocios" en aquella época. Otra faceta del escritor es la de un gran viajero que hizo un largo viaje por Europa durante cuatro años para observar los gobiernos más adelantados de las democracias europeas. La guía del château fue desgranando este relato al tiempo que nos enseñaba las estancias: las sala de las columnas, el salón, el bureau de su hija Denise que le ayudó en la escritura de sus obras ya que padecía una enfermedad importante de la vista. La habitación del escritor en la planta baja con su ventana mirando al jardín donde pasó sus últimos años, casi ciego. Las habitaciones de la planta superior y la biblioteca que se encuentra en este momento en plena restauración. Los libros de la biblioteca fueron donados a la biblioteca municipal de Bordeaux. El buen tiempo siguió acompañándonos, aunque muy frío, por esas carreteras departamentales bordeadas de árboles, bellísimos centinelas, aún con sus vestiduras de invierno, de los inmensos viñedos igualmente austeros, sin hojas todavía. Mi amiga M, me dice que me fije en la última fila de las plantaciones, son rosales, una astucia de los vignerons para que los insectos se detengan en ellas y no dañen a la viña...
Carmen Glez Teixeira

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