Cementerio marino de Sête. Foto de Barry Domínguez |
Para vivir un idilio con las ostras se puede elegir entre los restaurantes o el mercado de Les Halles, emblema de la excelencia gastronómica local desde 1890, cuya reforma fue proyectada en 2011 por François Fontès, colaborador de Jean Novel. Es un lugar que irradia refinamiento popular, conceptos que aunque puedan parecer contradictorios, aqui casan de maravilla...
El otro hijo predilecto de Sète es Paul Valéry. Más célebre y menos comprometido que Brassens, el escritor (1871-1945) está enterrado en el impactante Cementerio Marino ( título además de su poemario más notorio). Al lado tiene un museo en su honor. Instalado en un flanco del monte de Saint-Clair, el edificio goza de una ubicación privilegiada. Obra de Guy Guillaume, es un espacio formidable y silencioso. La muestra permanente dedicada a Valéry da sentido a una de sus sentencias:"Una obra de arte debería enseñarnos que aún no hemos visto aquello que vemos". Se exhiben algunas de sus pinturas y numerosas cartas manuscritas, además de un vídeo con su voz recitando los versos de El Cementerio marino.
Bassens, tan irónico, decía en su canción: " Con el debido respeto a Paul Valéry, yo, el humilde trovador, sobre él sobresalga y que el buen maestro me lo perdone. Y si sus versos valen más que los míos, mi cementerio será más marino que el suyo y no disguste a sus autóctonos... Pobres reyes, pobre Napoleón, pobres grandes desaparecidos que yacen en el Panteón. Vosotros envidiaréis un poco a este eterno veraneante, que va en su hidropedal sobre las olas, soñando que pasa su muerte de vacaciones".
Use Lahoz. El Viajero. El País, viernes 30 de noviembre de 2018
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