The Brando en lel atolón Tetiaroa |
Este es el legado que el actor dejaba no solo a la Polinesia, sino al mundo. Consciente de lo que sucedería cuando ya no estuviera cerca, Brando puso el atolón en un fideicomiso para garantizar su preservación para la posteridad. Así lo está gestionando su familia, que no solo continua velando por el bienestar de estas doce islas del Pacífico, sino que ha iniciado un proyecto que engloba tanto el actual The Brando, como a toda una red de investigación ecológica y marina que nace aquí, pero que espera extenderse -y sobre todo concienciar- al resto del planeta. No es necesario aterrizar en Tetiaroa para comenzar a deleitarse con el paraíso, ya que el festival de formas y colores que dibujan sus más de doce islas se empieza a disfrutar desde el aire, en el pequeño avión de Air Tetiaroa que acerca a los huéspedes desde Tahití a The Brando en un vuelo privado de aproximadamente 20 minutos. Es la más bella maniobra de aproximación de lo que nos espera en tierra firme. Es el azul más bello que pueda contemplarse.
Durante casi 50 años, Tetiaroa fue el paraíso de Marlon Brando y, antes que suyo, este atolón también lo fue para la familia real polinesia, como así lo muestran los numerosos restos arqueológicos encontrados en algunas de las islas. En una de ellas se cree que era donde la dinastía Pomare (siglos XVIII y XIX) enterraban sus tesoros, ya que nadie tenía permitido pisarla. Hoy por hoy su estado de conservación es excepcional: es la prueba fehaciente del daño que ha ocasionado la mano del hombre en la naturaleza allí donde ha intervenido. Por eso salvo biólogos autorizados sigue sin poderse acceder a ella. Gracias a medidas como ésta, la isla cuenta con especies únicas de aves que campan a sus anchas batiendo sus alas en total libertad. "Los humanos no están pero el maná permanece", nos cuenta Marie, la bióloga que acompaña a los huéspedes en barco por la laguna...
LorenaG. Díaz. El Mundo, 27 de noviembre de 2018
No hay comentarios:
Publicar un comentario