Luis XIII, Ana de Austria, y su hijo Luis XIV. Autor desconocido. |
Reina florero, su destino consistía en parir. Tuvo dos hijos, Luis, que fue el Rey Sol de Francia durante 72 años y Felipe, duque de Orleans. A la muerte de Luis XIII, Ana quebró el florero y consiguió del Parlamento contundentes poderes. Nombró al cardenal Giulio Mazarino, presidente del Consejo, enmerdó a Richelieu y mandó durante ocho años junto al clérigo elegido. Muerto este, Luis XIV asumió todo el poder -el Estado soy yo- y la Reina madre Ana se retiró a Val-de-Grâce. Convenció a su hijo de las ventajas de casarse con una Infanta de España. Nadie adivinó la trascendencia de aquel matrimonio que significó con el tiempo la instalación de la casa de Borbón en España. Felipe VI es hoy Rey de España porque su antepasada María Teresa transmitió, frente al archiduque Carlos de Austria, derechos dinásticos, y por vía femenina, a un nieto de Luis XIV, que se convirtió, tras la guerra de Sucesión, en el Rey de España Felipe V de Borbón.
Pilar de Arístegui -excelente pintora, por cierto- es escritora de ensayos y novelas en los que brilla su inteligencia, su sagacidad, su capacidad para la investigación y una literatura sobria y eficaz. La autora de La Roldana ha tenido el acierto de convertir en protagonista de su última novela, Laberinto de intrigas, a Ana de Austria, Infanta de España, Reina de Francia, madre del Rey Sol, mujer decisiva en el siglo XVII europeo. Escrito en primera persona, Arístegui se ha metido en el alma y en la carne de Ana, mujer antes que Infanta, princesa y Reina. Zarandeada por sentimientos contradictorios, española y francesa a la vez, pensaba que el desenlace de la batalla de Rocroi habría sido distinto si las tropas españolas hubieran sido capitaneadas por su hermano Fernando...
Una novela extraordinaria, en fin, que permite entender mejor la época esencial en la que se inició la decadencia de España y explosionó la fuerza de Francia. Una novela en la que prevalece el rigor histórico sobe la imaginación y la ficción, tal vez porque Pilar de Arístegui, al introducirse en el alma de Ana, comprendió que la realidad superaba a todo lo que se le hubiera podido ocurrir a la imaginación más desbordada.
Luis María Ansón. El Cultural, 30 - 11 - 2018
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