Barcelona está nublada. Al mismo tiempo, en algún lugar de China hay alguien visionando todos los VHS de una serie francesa que Katherine Pancol escribió en los noventa y traduciendo los diálogos al mandarín. "Lo querían todo igual", dice la autora, a quien todavía le sorprende el alcance de su obra. Acaba de publicar Tres besos (Alianza), la quinta entrega de la saga superventas que empezó con Los ojos amarillos de los cocodrilos y siguió con El vals lento de las tortugas, Las ardillas de Central Park están tristes los lunes y Muchachas. Será, o eso dice, la última vez que cuente las historias de Hortense, Josephine, Jerôme, Julie, Dakota y demás personajes de unos libros que se han traducido a 30 idiomas y vendido millones de copias.
El éxito no le deslumbra. Tuvo un hit temprano en Francia con su primer libro y salió huyendo "de toda la gente que quiere un pedazo de tí". Se vacunó rodeándose de gente todavía más rica y famosa. Pasó los ochenta viviendo en Nueva York donde solía cenar cada domingo en casa de Jasper Johns, junto a gente como Caroline y John John Kennedy. Toda esa experiencia ha acabado volcada en sus libros-río.
P.- ¿Cuál es hoy su relación con esos personajes?
R.- "Para mí se han ido ya . Creo que estos personajes ya no me necesitan. Ahora quiero probar algo nuevo. Me pasé 14 años escribiendo sobre esta gente. Mi cabeza estaba dividida en dos partes. La gente real y la de los libros"...
P.- En su país se ha dado la reacción más sonada al #Me Too. ¿Dónde se sitúa usted en ese debate?
R.- Te obligan a estar a favor o en contra, y la verdad está en el medio. Lo que aseguró Deneuve es cierto: no quieres que te acosen, pero quieres poder ser sexy. Cuando vas por la calle y un hombre te mira y te piropea esto esta bien. Creo que el arte de la seducción está en peligro en sitios como Nueva York...
Begoña Gómez Urzaiz. S Moda. El País, 15-12-2018
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