El esposo de Benkemoun había perdido su agenda y ella trató de comprarle una igual. Encontró una en la plataforma de compraventa eBay. La que recibió tenía inserto en el bolsillo un listín telefónico de 1951 y, sorprendida por los nombres que aparecían, indagó. Las señas de un arquitecto de Ménerbes fueron la pista definitiva que le llevó a concluir que aquella agenda había pertenecido a Theodora Markovitch (1907-1997), Dora Maar, que residió en aquella localidad francesa en esas fechas.
Maar es una figura indispensable de los círculos surrealistas y vanguardistas del París de principios del siglo XX. Su carrera como fotógrafa estaba asentada cuando se cruzó con Picasso en el café Les Deux Magots. Fue su compañera de 1936 a 1945, esa relación llevó a Maar a abandonar la fotografía en favor de la pintura, donde obtuvo poco reconocimiento. La ruptura con el pintor la arrastró al misticismo y a la reclusión. "Picasso sentía que la fotografía no era arte sino técnica y, como también hizo con Brassaï la animaba a pintar", argumenta Benkemoun, que cita la biografía sobre la artista escrita por Victoria Combalía. "Maar trajo la voluntad y la conciencia política que Picasso no tenía necesariamente. Sin Dora y sin Paul Éluard no habría Guernica. Y estoy segura de que ella era feliz cuando estaban trabajando en esa obra, sentía que estaba trabajando con él, que lo hacían juntos".
La autora defiende que Maar no fue solo víctima del pintor, ella se entregó voluntariamente. "Picasso para ella fue una bendición y una maldición. Maar no era independiente y también era manipuladora. Algunas mujeres y algunos hombres disfrutan sufriendo", asegura antes de recordar la entrevista que mantuvo en Nueva York con el biógrafo y amigo de Picasso, John Richardson, en la que al despedirse le dijo: "Nunca olvides que Dora era masoquista o no la entenderás". La relación que la artista había tenido con Georges Bataille, previa a Picasso, aumentó su capital erótico y sembró la duda sobre su gusto por el sadomasoquismo...
Andrea Aguilar. Madrid. El País, sábado 19 de marzo de 2022
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