François Ozon, considerado el enfant terrible del cine francés, vuelve a un tema de actualidad en su nueva película después de tratar la pederastia en la Iglesia en Gracias a Dios. En Todo ha ido bien aborda la eutanasia, aunque niega que trate sobre el derecho a una muerte digna. "En esta historia me interesa la relación de un padre con una hija a la que ruega que le ayude a morir y entender el dilema al que se enfrenta esta mujer a la que se le pide algo imposible, algo muy doloroso", explicaba el cineasta, de visita en Madrid para presentar el filme antes de su estreno. Es decir, Ozon pretende poner al espectador a reflexionar. No le va a dar su opinión sobre la cuestión. "No tengo respuestas. No me he enfrentado a esta situación ni quiero".
La cámara del cineasta francés enfoca a una familia burguesa, intelectual, rica y "típicamente parisina". Es la que retrata el libro de Emmanuelle Bernheim, escritora fallecida en 2017, con la que Ozon escribió varios de sus guiones. La autora era hija de un famoso coleccionista homosexual de arte y de la escultora Claude de Soria. Tras un derrame cerebral, el padre le pide a su hija favorita, interpretada por Sophie Marceau, que le ayude a morir, pero no lo podrá hacer en Francia, donde no está legalizado este derecho, y tendrá que recurrir a la ayuda de una organización suiza.
En esta relación Ozon ubica "el corazón de su película". Como en otras ocasiones, el cineasta francés sustenta el metraje en una rebelión contra la figura paterna, que en este caso está muy marcada por la culpa, el valor tradicional de la familia y, por tanto, en la autoridad impune del progenitor pese a tratarse de unos personajes en apariencia liberales. "Su hija lo describe bien: "Fue un mal padre, pero me hubiera encantado tenerlo como amigo", apunta el realizador. "Él pertenece a una generación que desdeña los sentimientos. Es algo vulgar, considera que hay que guardarlos dentro. A veces es cruel y al mismo tiempo tiene elementos encantadores". Todo ha ido bien no pretende, en palabras del director, ser "un melodrama americano", la película es tan seca, a ratos esquemática, que el carisma que Ozon trata de imprimir al padre se traduce en ocasiones en humor negro.
La película añade otro aspecto a esta paradoja que tiene en un constante debate a la hija: "Es la historia de un hombre que ama tanto la vida que quiere morir porque ya no tiene posibilidad de vivirla como a él le gustaba". Y en este punto se mete en otro debate más centrado en el lenguaje: defender la vida a través de la eutanasia frente a los que rechazan este derecho autodefiniéndose como pro vida...
Ana Marcos. Madrid. El País, viernes 28 de enero de 2022
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