No es difícil identificar en Amberes, en su ambiente, en sus espacios, en su palpitación, ese calambre, esa percusión que tienen que ver con los vaivenes más eléctricos y las paradojas más convulsivas de la Historia. No es una ciudad cualquiera: tiene sello, pasado, enigma, identidad y una memoria acaudalada de dolor, orgullo y sabiduría. Y un repertorio extenso de riquezas patrimoniales y culturales, entre las que se encuentra su Museo Real de Bellas Artes (KMS-KA), que después de un cierre de once años acaba de reabrir sus puertas, felizmente reformado y ampliado, para mostrar al mundo una colección de obras de arte presidida por Rubens, James Ensor y el inagotable y misterioso encanto de los primitivos flamencos. La reinvención del museo, diseñada por el estudio KAAN Architecten, conjuga esplendor y discreción. La ampliación respeta el edificio original. Diez modernas salas de museo, donde antes había cuatro patios, proporcionan un 40% más de espacio expositivo. Otro ejercicio de síntesis tiene que ver con los volúmenes y las disposiciones espaciales del edificio, de tal manera que la horizontalidad del museo original se ve equilibrada por la vocación de verticalidad de las nuevas áreas. Son dos museos en uno, también con contraste cromática (tonos rojizos y cálidos en la parte antigua, como en la sala Leven Slessen, y blanco en la moderna como ocurre en la sala Color). Algunas de las nuevas zonas no solo son funcionales sino que tienen una calidad espacial. Una larga escalera recta une las recién creadas salas de la primera planta con las superiores. En una intermedia, el estudio arquitectónico ha creado gabinetes en un intenso azul noche, destinados a las obras más frágiles de la colección. Con campanas, con música, con inocultable fervor de fiesta comunitaria, Amberes ha celebrado la reapertura del museo. Han sido 11 años de obras (en los cuales afloraron restos dela fortaleza del siglo XVI) y 100 millones de euros de inversión. Con una colección de 8.400 piezas de mediados del siglo XIV hasta el XX, es el museo más importante de Flandes. La fachada también ha sido restaurada y en su exterior se dispone un jardín con esculturas. Inaugurado a finales del siglo XIX, la prioridad, la necesidad y casi la obsesión del KMSKA era reivindicarse como un museo del siglo XXI. Maestros antiguos y maestros modernos. Entre los primeros, el principal reclamo del museo es Rubens, del que atesora 27 pinturas que recorren su trayectoria, desde sus años de aprendizaje en Italia hasta su periodo final en Amberes. Destacan, entre otras, La adoración de los Reyes Magos y La Virgen en trono rodeado de santos. La colección incluye varios retablos icónicos de grandes dimensiones, en gran parte procedentes de iglesias de Amberes desmanteladas y derruidas durante la Revolución Francesa. En torno a él, y a partir de una disposición temática, se organizan las salas protagonizadas por los primitivos flamencos: Jan Van Eyck, Rogier Van der Weyden, Hans Memling, Quinten Massys...
Alfredo Asensi. El Cutural, 14-10-2022.
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