La novela cuenta en primera persona la vida cotidiana de Yemía, una prostituta de unos treinta años que vive en un cuarto con su hija. De carácter positivo y una encantadora claridad al hablar, escribe en su diario las conversaciones que mantiene con sus compañeras, en la calle o tomando cervezas, los encuentros con clientes, entre seis u ocho al día, hasta que el destino decide brindarle una extraña segunda oportunidad: la llegada al barrio de una joven de aspecto corpulento que se hace llamar Bocacaballo por los rasgos de su cara, una cineasta en busca de una actriz.
P.- Es un poco fuerte describir a alguien por su semblante de animal, ¿no le parece?
R.- Es cierto. Pero esa era la verdad. Este personaje tenía unos dientes enormes y una gran sonrisa de caballo y, como era esquelética, solo se le veían esos rasgos. En Marruecos, como muchos de nosotros venimos del campo, usamos vocabulario proveniente de los animales. Las comparaciones se inspiran del mundo animal: del caballo, pero también de la vaca, de las gacelas, de los insectos. Una persona delgada es un mosquito. Las referencias son infinitas. El título me vino por el proverbio que dice que "la verdad sale de la boca de los niños" y pensé en un caballo y acabe formulando "la verdad sale de la boca del caballo".
P.- ¿Y esa historia de bullicio callejero en la que se escucha el mundo de la prostitución? ¿Cómo entró en contacto con él una socióloga editora, hija de un poeta?
R.- La novela nace del barrio en el que viví en Casablanca durante siete años, un lugar en el que trabajaban prostitutas, cerca del mercado. Me fascinaba observar y sentir su actividad, verlas todos los días, siempre quería saber más de ellas, de sus vidas, por pura curiosidad para saber donde iban, cómo conseguían a los clientes y me paseaba a su alrededor para saber cómo se las arreglaban. Nunca pensé en escribir una novela, hasta que me di cuenta, un buen día, que estaba escribiendo sobre ellas.
P.- Me pregunto si la novela es Yemia o Casablanca. Traza usted una pintura absolutamente alucinante, realista y detallista de una ciudad que parece conocer como la palma de su mano. ¿Esa energía que describe en la ciudad, es la que ha trasladado a su protagonista?
R.- Yemia es la pura vitalidad de una mujer positiva, igual que Casablanca lo es como ciudad. Es imposible no dejarse llevar por su energía. Casablanca es la ciudad en la que crecí, trabajé, pasé los mejores años de mi vida y a la que ahora regreso después de diez años viviendo en Estados Unidos. Adoro Casablanca por ser caótica, desordenada, una ciudad difícil para vivir pero sorprendente justamente por ese fabuloso caos.
P.- Un caos en el que, en su novela, parece que viven también los marroquís o, mejor dicho, sus ideas. A pesar de ser una historia que se acerca a la fábula, consigue dar una imagen muy real de sus cambios y sus locuras. De hecho, lo que más sorprende y hasta choca son los enormes contrastes: prostitución con prácticas religiosas, alcohol con prohibiciones, la diferencia entre ser mujer u hombre en un matrimonio. !La línea de separación entre los dos mundos parece a veces imperceptible! ¿Todos los marroquís se bañan entre dos mundos continuamente?
R.- ¡Me imagino que sí! Y la prueba son estos contrastes que usted señala. Existe la presión social, las prohibiciones, pero no por eso se deja de vivir. Todo el mundo se acaba saliendo con la suya. No se puede vender alcohol a los marroquís musulmanes, pero es fácil hacerse con él. Las relaciones sexuales fuera del matrimonio están prohibidas pero la gente tiene relaciones antes del matrimonio. Siendo marroquí, uno integra las prohibiciones, vive como puede pero sin complacerlas.
P.- Hasta que el destino o la suerte llama a tu puerta...Yemia se encuentra por casualidad con Bocacaballo, que le cambiará la vida de noche a la mañana. En una novela en la que oscila entre esos dos mundos tan distintos, ¿es usted más partidaria de la suerte o del destino?
R.- Un poco los dos. ¿Existe la suerte? Por supuesto. Pienso que la suerte es uno de los elementos que permite que nuestros proyectos se concreten, que nuestros deseos se hagan realidad. Sin suerte, no se llega a nada. La cuestión del destino e más compleja. Se supone que todo está ya escrito de antemano, en vez de que las vidas se escriban, a medida que una avanza.
P.- Y para usted, ¿la literatura era su destino o, más bien , es una forma de denuncia, un grito de libertad? ¿Escribe por placer? ¿Qué representa escribir literatura para usted?
R.- Pienso que la palabra placer sería la más acertada. Luego, la escritura es una evasión, una apertura al mundo y en eso también me refiero a la lectura. Para mí, están íntimamente entrelazadas. Me gusta leer y escribir por diversión, por placer como usted dice. Me permite familiarizarme con otras culturas, otros lugares que me hacen soñar, viajar. Cuando escribo, me olvido de quién soy, y es un olvido que me sienta bien. Como si hiciera una pausa en mi vida. Los momentos en los que uno puede experimentar esa pausa son raros en el día a día que nos absorbe.
P.- Tras el éxito fulgurante de esta primera novela, ¿en qué ha cambiado su vida?
R.- Es verdad que la publicación de esta novela ha sido un momento importante en mi vida. Siempre he llevado la escritura dentro de mí, sabía que acabaría escribiendo, pero no sabía ni cuándo ni cómo. Cuando por fin salió, tuve la sensación de que algo verdaderamente importante acababa de suceder. Al ver De la boca del caballo sale la verdad publicado en la colección Blanche de la editorial Gallimard, pensé: "Ya está. Ya me puedo morir tranquila"...
Jacinta Cremadse. El Cultural, 23 de octubre de 2022.
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