De entrar en el juego de las comparaciones, la pretensión de Ozon habría fracasado, pero como autor también del guion se cuidó de mantener las esencias del original, una tan dolorosa como descarnada visión del mundo del cine y sus imposturas, para introducir sus buenas dosis de mala uva, aunque insistiendo en las relaciones de poder frente al amor, la violencia que puede generar y la estela de daños que deja. Añadiendo otra manera de dirigir a sus actores, con una mayor frescura y libertad en el conjunto del reparto, que incluye a la veterana Hanna Schygulla, actriz fassbinderiana por excelencia y presente en aquella versión en el rol ahora vestido por el joven Khalil Ben Gharbia. De nuevo el relato del realizador francés se mueve en un espacio único (el interior de la vivienda, un gran ventanal y el plano general de la casa), sometido a un inteligente uso de luz y color que culmina con una magistral secuencia entre Peter y Karl. La pleitesía de Ozon por Fassbinder se antoja honesta.
M. A. F. La Voz de Galicia, viernes 14 de octubre de 2022.
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