"Este año ha sido una verdadera locura al no haber ferri, que llevaba hasta 40 peregrinos por viaje. En verano y hasta finales de octubre, la media era de 50 clientes al día y más de 80 muchas veces, por lo que hubo jornadas en las que desplazamos a más de 500 al día desde Caminha hasta A Guarda, apunta José, al frente del taxi Mario, el veterano de la flota que hace este servicio". Los usuarios pueden reservar con antelación o al llegar a la Foz del Miño y sin tener que esperar, por lo que cruzar en las pequeñas lanchas llenas de publicidad se ha convertido en un aliciente más de esta ruta jacobea.
En la parte contraria de la balanza están la hostelería y el comercio de los dos municipios de la desembocadura ya que, al no poder cruzar el Miño con los coches en el ferri, los negocios dicen haber perdido decenas de clientes, especialmente los de los puertos, puntos habituales de intercambio, especialmente los fines de semana. En caso de buen tiempo, los taxis aventajan a cualquier otro servicio ya que, el tiempo que se tarda en unir los 2 o 3 kilómetros que separan ambas riberas, en función del destino que se elija, no supera los cinco minutos.
M.T. Vigo. La Voz de Galicia, sábado 22 de octubre de 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario