Annie Ernaux. EFE/ Cati Cladera |
Esa justificación parece salida de la propia boca de Ernaux, que cree que la literatura debe funcionar "como un cuchillo". La autora escribe con el bisturí en la mano, siempre dispuesta a tocar el hueso, a llegar "hasta el fondo de una determinada verdad". El resultado ha sido una obra minuciosamente elaborada a lo largo de las últimas cinco décadas y situada a medio camino entre la narrativa y las ciencias humanas, donde la historia y la sociología cuentan tanto como como el recuerdo individual. Ernaux está convencida que es imposible disociar ambas cosas. Se dirá que este es el primer Nobel que premia la autoficción, un subgénero que ella ha alimentado más que nadie, aunque la escritora reniegue de esa etiqueta y de todo lo que la encierre en su mera biografía. En realidad, su supuesta literatura del yo ha adoptado, a menudo, otros pronombres: tú, él, ella, nosotros, el impersonal on que tanto abunda en francés.
Álex Vicente/ Marc Bassets. Madrid-París. el país.com, jueves 6 de octubre de 2022
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