viernes, 7 de marzo de 2025

Charmatz: silbar la danza, consagrar el cuerpo

Bortis Charmaz en escena. (Marc Domage)

Las luces de la sala se apagan  y se hace la oscuridad total. Tampoco hay iluminación  en el escenario ni se cuela claridad por ninguna rendija. Durante unos segundos, pocos, solo se da la inquietud compartida que provoca esa opacidad colectiva. La vida en el negro más recóndito. Y voilà, con este sencillo acto escénico se da uno de los principales ejes del discurso de Boris Charmatz (Chambéry, 52 años) : romper los límites del escenario y situar al público dentro de la obra con tanta delicadeza como rotundidad. Entonces se escucha un silbido, se enciende una luz cenital tenue y vemos a Charmatz en escena, ataviado con una falda de tablas hecha de retales verticales. Silba y se mueve al mismo tiempo, se funden el sonido y el movimiento, la escucha y la mirada. Y en este marco de vigilia escénica y prestidigitación corporal navegaremos con el intérprete durante una hora (que transcurre como media), en una obra imprescindible de gran entrega y belleza.

 Es también un despliegue del movimiento que interesa a Charmatz, alejado de formalidades y no por ello menos exigente, y de un credo artístico en el que la danza surge de acciones cotidianas, en principio, menos probables. "Me gusta la idea que existe detrás del hecho de silbar casi de manera mecánica, mientras haces cualquier cosa. No hay pensamiento detrás de ese silbido. Solo una especie de pasividad, como cuando estás medio dormido y te mueves sin querer". Lo cuenta el coreógrafo a través de videoconferencia desde Bruselas, unos días antes de la representación de su pieza Somnole en el Centro Conde Duque de Madrid, el pasado 20 de febrero. "Vivo a caballo entre esta ciudad y Wuppertal", añade. En la ciudad alemana dirige la Tanztheater de Pina Bausch desde 2022.

Su trayectoria, que lo sitúa desde hace años como reputado y requerido coreógrafa en plazas internacionales de prestigio (ha sido coreógrafo asociado del Festival de Aviñón), está diseñada por la intimidad de solos como Somnole y la amplitud de obras como 10.000 gestos (2017), para 24 bailarines; Cercles (2024), proyecto que reúne a 200 intérpretes amateurs y profesionales, o Liberté Cathédrale (2023). Sobre esta holgura de miras, explica que lo que le interesa de la danza es la capacidad de comunicación y conexión que le proporciona con el mundo. "Como poder estar haciendo esta entrevista. La danza me conecta conmigo mismo, claro, pero, sobre todo me lleva a conocer personas, a escribir o a leer, de una manera especial, y al mismo tiempo me hace vivir la vida de la manera más normal posible", explica con un discurso reflexivo y próximo como su danza. 

Este sábado el Conde Duque completa el tributo a Charmatz con otro solo, untitled (2000), del artista Tino Sehgal, interpretado por Charmatz en varias ocasiones, que establece la conexión entre danza y museo que influyó de modo concluyente en el discurso de Charmatz , creador del concepto Musée de la Danse. Somnole también se verá el 28 de mayo en el teatro Cánovas de Málaga. No se la pierdan.

Javier Vallejo. Babelia, el País, sábado 22 de febrero.

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