domingo, 13 de abril de 2025

"Una sociedad que oprime a las mujeres no puede ser feliz"

El argelino Kamel Daoud (Mostaganem, 1970) ha hecho de la literatura -y antes del periodismo- un combate intelectual. Su reconocimiento llegó en 2013 con Mersault, caso revisado, una reescritura  de El extranjero, de Albert Camus, desde la perspectiva árabe. En su último libro, Huríes (Cabaret Voltaire), ganador del Premio Goncourt en 2024, Daoud da voz a Aube, una mujer marcada por la guerra civil argelina, que entre 1992 y 2002 causó cerca de 200.000 muertos. Un islamista le cortó la garganta  cuando era niña, dejándola muda. Ahora, embarazada pronuncia un monólogo dirigido a la hija que lleva en su vientre sin saber aún si quiere darle vida o no.

Su postura crítica respecto al islamismo le ha costado amenazas: en 2014 un imán salafista emitió una fatua  contra él. En 2023, tras una década de persecución se exilió en Francia. Daoud nos recibió en la sede histórica de su editorial francesa, Gallimard, en el barrio parisiense de Saint-Germain.

P.- Su novela no puede publicarse en Argelia debido a la ley  que prohíbe cualquier obra sobre la llamada década negra, cuando tuvo lugar la guerra civil. ¿Escribió el libro sabiendo que no sería leído en su país?

R.- Sabía que sería leído, aunque fuera de forma clandestina. En Argelia los libros prohibidos encuentran su camino, y el mío circula en versión pirateada. Desde que gané el Goncourt, entendí que el régimen no me dejaría en paz.

P.- ¿Es un libro escrito contra ese tabú?

R.- Ante todo es un libro sobre la condición de las mujeres. Estoy convencido de que una sociedad que oprime a las mujeres no puede ser feliz. Cuando llegué a Europa a los 26 años, me impactó ver a las mujeres caminar solas, vestirse como quisieran, besarse en público. También quise recordar algo que a menudo se omite por miedo a ser culpado de islamofobia: el islamismo, como cualquier integrismo, mata.

P.- Después de una guerra, ¿el silencio puede ser una solución o siempre acaba siendo un problema? 

R.- Mi libro nace de ese dilema moral. No hay una respuesta correcta. Lo que sé es que el silencio impuesto ha tenido consecuencias graves. Éticamente, porque hay asesinos en libertad mientras a otros los encarcelan por robar un móvil. Y políticamente, porque los jóvenes argelinos, incluidos mis hijos, ya no se acuerdan de que esa guerra existió.

P.- La velocidad del olvido es vertiginosa, incluso en países que optaron por procesos de memoria.

R.- Es normal. Los humanos siempre buscamos la felicidad, nunca los problemas. La guerra civil argelina fue una masacre inimaginable. Pura autodestrucción, un suicidio colectivo. Cuando acabó, muchos argelinos prefirieron olvidar. El olvido parece la solución más fácil, pero al final todo vuelve.

P.- Su protagonista lleva en sus cuerdas vocales las marcas de la guerra, como un estigma. ¿Qué huella dejó en usted el conflicto, que cubrió siendo un joven periodista?

R.-Tal vez cierta frialdad. Es como si hubiera desconectado mis sensores. Hay pocas cosas que me afecten. Recuerdo la primera vez que caminé sobre cadáveres. No grité, empecé a cantar en mi cabeza. Con el tiempo entendí que era un mecanismo de defensa. Piensas en cualquier cosa para no pensar en lo que estás viendo. Y eso se quedó en mí. Ha alterado mi relación con la realidad. Me ha hecho desconfiar  de quienes creen más en las ideas que en las personas. Nunca lo he dicho así pero ya no creo en el ser humano: sé que es capaz de lo peor.

P.-Ya nunca se emociona?

Kamel Daoud. © Cristóbal Manuel

R.- Solo cuando leo. Pero fuera de esos momentos estoy enfadado siempre. Enfadado con los que mataron, con quienes me atacan a mí y no a los asesinos, con quienes tratan de comprender el islamismo en lugar de condenarlo.

P.- La mujer y el cordero aparecen como figuras de sacrificio en su libro.

R.- Sí, y como seres condenados al silencio. El cordero no grita al ser degollado, ¿qué va a decir ? De la misma manera es sacrificada en nombre de Dios: se la cubre, se la encierra, se le prohíbe reír o hablar alto. Aube lo expresa en la novela: "A veces los hombres matan a las bestias. A veces las bestias matan a los hombres. Y a veces, cuando los hombres y las bestias se entienden, matan a las mujeres". En las guerras ellas siempre pagan el precio más alto.

P.- ¿Qué soluciones plantea?

R.-No es solo un problema del mundo árabe. Fíjese en el nuevo conservadurismo en EE UU. Donde no se fomenta la lectura como vía de emancipación ni se entiende que existe un mundo más allá del lugar donde vivimos, aumenta el encierro mental. Y ese encierro es perjudicial para las mujeres, que son el eslabón más débil. A menor contacto con el exterior más represión...

Álex Vicente, Babelia. El País, sábado 22 de marzo de 2025.

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