Si en el aspecto formal la película ya es canónica, las interpretaciones se elevan algo más allá, en particular el papel de Isabelle Carré como el de la madre, más permisiva, que equilibra el protagonismo excesivo del progenitor que busca hacer de sus hijas "las mejores del mundo". Estas acaban ingresando en la prestigiosa Escuela Superior de Música de Karlsrube, bajo la dirección del eminente Klaus Lenhardt. Está también la relación entre ellas, que conforman en apariencia una pareja perfecta y cómplice, pero no pueden eludir algunas discrepancias en el terreno de las emociones, sobre todo cuando hay amores por medio. O cuando una de ellas comienza a desarrollar su mal, ignorando que acabará por afectar a ambas por su origen genético. Pensada para agradar al gran público, se trataba de jugar con lo insólito de la trama, y ahí cumple con creces. Es, finalmente, otra agradecida feel good movie para cargar pilas.
M. A. Fernández. La Voz de Galicia, jueves 17 de abril de 2025.
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