Paloma Picasso en el Museo Picasso de Barcelona presenta la exposición 'Crecer
entre dos artistas', homenaje a su hermano Claude. (EFE/EnricFontcuberta
La mayor parte de las obras que se exponen, alrededor de un centenar de pinturas y dibujos proceden de las colecciones familiares y son inéditas para el público. Un peculiar autorretrato familiar en forma de sombras chinescas (1952) marca el poético arranque del recorrido de una exposición con la que se rinde homenaje a Claude, pero también se quiere destacar la importancia de la paternidad en la obra y en la vida de Picasso. Con la técnica de las sombras, Picasso dibujaba los perfiles de cada integrante de la familia y con ellos hacían representaciones teatrales infantiles.
Emmanuel Guigon, director del museo, y Paloma Picasso han querido construir un viaje en el que se recorre lo que fue la vida de Claude y Paloma junto a sus padres en Vallauris, en el sur de Francia. Junto a las pinturas se exhiben cerámicas, juguetes y fotografías familiares. Y, de postre, se muestra por primera vez en España una docena de lienzos de Gilot, artista muy cotizada en EEUU, pero a la que la separación de Picasso le costó el aislamiento del mundo artístico francés.
El periodo que abarca la exposición se ajusta a la duración de la historia amorosa de Pablo Picasso y Françoise Gilot: de 1943 a 1953. Cuando empezaron ella tenía 21 años y él, 61. Seguía vinculado a Dora Maar y Khokhlova se negaba a concederle el divorcio. Claude y Paloma, al igual que Maya, fueron lo que entonces se llamaba hijos naturales por haber nacido fuera del matrimonio. En la víspera de la exposición, Paloma Picasso cuenta que la vida cotidiana era muy sencilla, sin lujos, aunque tenía mucho de surrealista. "Le recuerdo muy cariñoso, estimulante y divertido. Ejercía mucho de padre el tiempo que pasaba con nosotros. Hasta los cinco años vivimos con él. Tras la separación, pasábamos con él las vacaciones". "En aquella época, papá centraba su mirada creativa en los objetos abandonados que encontraba de camino a su estudio y que después transformaba para darles una nueva vida. Así fue como un coche robado entre los juguetes de Claude acabó convertido en una magnífica cara de chimpancé". La escultura de la que habla Paloma es La mona y su cría (1951) que forma parte de la colección permanente del MoMA. Una de sus tres versiones se puede ver en Barcelona.
Paloma Picasso, que compagina su trabajo de diseñadora (en otoño presenta su nueva colección para Tiffany & Co.) con sus responsabilidades como jefa de la Sucesión Picasso (conjunto de herederos y la administración del legado artístico del creador), cuenta que en manos de sus padres, los utensilios más prosaicos de la vida cotidiana se convertían rápidamente en objetos poéticos y mágicos. "A mi padre le encantaba divertirse con todo tipo de disfraces. Teníamos muchos a mano. Como prueba del amor por la transformación, uno de los cuadros más bellos de la exposición muestra a Claude con traje tradicional polaco (1948) un óleo que nunca salió del taller del artista. El disfraz fue un regalo con el que volvió de Polonia, uno de los escasísimos viajes que hizo fuera de Francia.
El idílico ambiente que rememora Paloma se rompió con la separación de sus padres. Era 1953 y Gilot decidió marcharse con sus hijos. Pocos años después publicó un libro Vida con Picasso, que ni él ni su poderoso círculo de amigos le perdonó jamás...
Ángeles García. Barcelona. El País, viernes 25 de julio de 2025.