El cielo abierto es un ejercicio de autoficción poética construido a partir de una larga serie de textos que Mathieu publicó en su cuenta de Instagram desde 2018, dirigidos a "una mujer que, al principio, no estaba libre". Durante cinco años, el escritor documentó esa historia de amor clandestina pero expuesta a la vista de todos, del ardor inicial al intento de construir una relación convencional. Y, desde ahí, a la inevitable ruptura. A partir de esta materia prima, compuesta a retazos, Mathieu compone una variante digital del amor cortés, esa concepción medieval del vínculo sentimental en la que el deseo nunca se acaba de consumar, sino que se mantiene en tensión, siempre sublimado. Aquí no hay trovadores ni castillos, pero sí la misma fe ciega (y un poco ilusoria o incluso tóxica, que diríamos hoy) en el amor como una forma de elevación.
Este peculiar libro se inscribe en una la larga tradición nacional que concibe el amor como un absoluto, una aspiración que da sentido a la existencia de la misma Duras a Georges Bataille, de Truffaut a Lacan -autor de esta célebre máxima: "El amor es dar algo que no se tiene a alguien que no lo quiere"-, de Yves Saint-Laurent a Françoise Hardy. Es interesante analizar la especificidad cultural de esta forma de entender el sentimiento. Fogoso y enfático, Mathieu escribe con la convicción de que ese tipo de sentimiento es compartido por muchos, quizá incluso universal. "Soñé con que el lector o la lectora dijera: Sí, soy yo. Esta es mi pena y mi alegría, mi historia y el problema común a todos", confiesa el autor. Pero esa aspiración choca con barreras culturales evidentes: lo que en Francia se entiende como algo natural puede parecer como algo remilgado o excesivo en otras latitudes. Mathieu bordea en varias ocasiones esa línea roja, sin que eso empañe los numerosos aciertos y virtudes de su prosa, alejada de los lugares comunes y dotada de un fascinante punto de opacidad, una leve penumbra que en lugar de oscurecer el sentido lo vuelve más sugerente y abierto (aunque eso complique su traducción como aquí se evidencia).
Lo más interesante llega hacia el final. El amor se agota y, en plena travesía del desierto, el protagonista afronta otros duelos: la muerte inminente de un padre que agoniza, la crianza de un hijo a punto de entrar en la ingrata adolescencia . Y en ese tránsito emerge una nueva humanidad más contenida y conmovedora, una madurez que asume, con un dolor más sereno, que todo termina. ¿Quién dijo que el amor sería una excepción?
Álex Vicente. Babelia. El País, sábado, 23 de agosto de 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario