
En Le Mans. (Foto: James Rajjotte)
La campa donde se concentra el club francés de Austin-Healy está perimetrada por unas vallas, que las separan de las campas reservadas a otros clubs de automóviles clásicos y repletas a su vez de modelos icónicos de la historia del automóvil. Ahí están los plateados Porsche 356, los corpulentos de Tomaso Pantera con sus colores chillones. Lotus afilados y planos como cuchillos. Ferrari que parecen tener branquias de tiburón a los lados , Aston Martin de cuando James Bond era Sean Connery y tenía pelo y no podían faltar los Jaguar E-Type con sus morros infinitos y sus pequeñas cabinas, de los que parece que en cualquier momento saldrá algunos de los mitos eróticos a él asociados, como por ejemplo Don Draper.
Los asistentes pasean entre estos distintos modelos, se asoman por las ventanillas para ver el interior , preguntan todo tipo de asuntos técnicos a sus propietarios... Y sin embargo estos automóviles no son más que figurantes en este evento. Los verdaderos protagonistas son los más de 800 clásicos que retornan del pasado para volver a competir en las 24 Horas de Le Mans, todos ellos agrupados en distintas categorías por periodos históricos que van desde e1923 a 2005, representando así las distintas eras de esta prueba centenaria.(...)
Pese al peligro que entrañan estos viejos vehículos, el trabajo que dan y lo ruidosos que son , hay algo en ellos que, como dice Celia Stevens, puede ser adictivo y que concita aquí a aficionados de todo tipo, coleccionistas, mecánicos, pilotos o meros espectadores que acampan dentro del propìo circuito, que se convierte durante estos días en una ciudad efímera e insomne dedicada al culto del automóvil. Quizás el que mejor supo definir ese algo que arrastra a toda esta gente fue Filippo Tommaso Marinetti, el poeta italiano que publicó en 1909 el Manifiesto futurista, cuyo cuarto artículo rezaba así: Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado gon grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo... un automóvil rugiente que parece que corre sobre la metralla, es más bello que la Victoria de la Samotracia".
Jacobo Bergareche. El País Semanal, domingo 24 de agosto de 2025
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