Niki de Saint Phalle y Jean Tingueley en los años 90.
(Monique Jacot/ Getty Images)
Allí podemos ver las máquinas absurdas de Jean Tinguely, ligadas al nuevo realismo, movimiento francés paralelo al pop anglosajón y de marcado sentido crítico. Los suyos son mecanismos que se mueven sin ninguna función más allá de lo estético y lo lúdico: las únicas con alguna utilidad son irónicas "máquinas de pintar" que producen garabatos. También podemos seguir la evolución desde las primeras performances de Niki de Saint Phalle disparando globos de pintura con un fusil hacia sus figuras coloridas inocentes y grotescas, donde reaparece una y otra vez la figura de la mujer y del monstruo. Sin embargo, las salas dedican un espacio particular a documentar las iniciativas en común: algunas de ellas son de un formato grandilocuente.
Hon -en catedral (Ella-una catedral, 1966) fue un proyecto realizado entre Niki de Saint Phalle, Jean Tinguely y el artista sueco Per Olof Ultvedt, siguiendo la invitación de Pontus Hulten. Juntos decidieron crear una enorme figura femenina tumbada y embarazada, diseñada por Niki de Saint Phalle y en la el público podía entrar a través de la vagina. Dentro había esculturas, una galería pictórica, una sala de cine, un tobogán y un estanque con peces. Pese a que la publicidad de la exposición en el Grand Palais permitiera imaginar una reconstrucción de este proyecto, por desgracia no es así. La gran construcción fue destruida y ahora se exponen solo algunos fragmentos, maquetas y fotografías.
Varias películas documentan El Cíclope (1969-1994), una enorme cabeza con un solo ojo, cuya fachada de espejos refleja el bosque donde se esconde. La construcción penetrable fue erigida durante décadas en secreto por Tinguely, Saint Phalle y su amigo el creador suizo Bernhard Luginbühl. La testa magnífica parece la cúspide de un gigante enterrado, dentro de cuyo cráneo se mueven los engranajes característicos de Tinguely. Tras su muerte la obra fue terminada por Saint Phalle con la ayuda de Hulten.
En 1977 Pontus Hulten llegó a ser el primer director del Museo Pompidou.(...)Sophie Duplaix, conservadora jefe de las colecciones contemporáneas del Museo Nacional de Arte Moderno Centro Pompidou habla de cómo "Pontus Hulten compartía con Niki de Saint Phalle y Jean Tinguely una misma mirada hacia el arte y la vida, una actitud que podría describirse como "anarquismo alegre". Se trataba , en particular de ofrecer al individuo un lugar en la sociedad, bajo el signo de la autonomía de pensamiento y acción. Esto se tradujo en una arte de rebelión, dirigido directamente al público, al que ofreció obras accesibles, participativas y lúdicas".
Sin embargo, en la exposición del Grand Palais hay más documentación que participación. Las piezas de Jean Tinguely, concebidas como obras en movimiento, se muestran la mayor parte del tiempo congeladas, compensándose la quietud con imágenes de video. Los trabajos de Saint Phalle quedan aislados sin reproducir el sentido experiencial de su obra. De este modo, la visión democratizadora y participativa de Pontus Hulten quedad lejos. Aún así, el periodo y los creadores hacen que merezca la pena la visita. Aunque sea por ver la provocadora y alegre incitación a la irreverencia que contiene el trabajo de una pareja de artistas que fueron amantes, amigos y que , sobre todo jugaron juntos a fundir arte y vida.
Julia Ramírez Blanco. El Cultural, 12-9-2025.
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