lunes, 27 de agosto de 2018

El tormento y el éxtasis

Fotograma del film Rodin de J. Doillon
Estrenada y abucheada en el pasado festival de Cannes, la última película de Jacques Doillon invita a una pregunta insidiosa:¿era la relación del escultor Rodin con la materia tan tempestuosa como la que mantenían los cuerpos  en combate de Mis escenas de lucha, anterior trabajo del cineasta? Probablemente sí, aunque no puedan concebirse dos películas más distintas: frente  al cierto academicismo museístico de este biopic, la pulsión y el trastorno de esa desconcertante propuesta que contenía al mejor Doillon.
 El cineasta captura la vida del artista en los 10 años que separan dos encargos oficiales, el de las Puertas del Infierno -el conjunto que iba a servir de umbral al nonato Museo de Artes Decorativas de París- y el de su polémica escultura de Balzac. El período también acogió el esplendor y la desintegración de su convulsa historia de amor con Camille Claudel, figura que se convierte en incómodo fuera de campo en la segunda mitad de un relato que se centra en los tormentos subjetivos del genio y su pulso con el gusto establecido. 
Vincent Lindon encarna al artista como gigante ensimismado, en perpetua insatisfacción con un poder económico incapaz de descifrar el alcance de su revolución estética. El guión de Doillon, incorpora con cierta armonía el pensamiento artístico del escultor en el curso de este relato épico, con amour fou al fondo, sobre la solitaria forja de una nueva sensibilidad artística que, pese a su insuficiencias, no merecía tal abucheo.
J.C. El País, viernes 24 de agosto de 2018 

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