Igual que la oposición democrática recurrió a José Antonio Novais, corresponsal de Le Monde en Madrid durante la dictadura, para enterarse de lo que pasaba en España, quien desee conocer lo que ha ocurrido en Cataluña debe leer En el huracán catalán de Sandrine Morel. Ni juzga, ni alecciona. Cuenta lo que vió. Y lo que vió fue un gobierno "sin estrategia" ante una intentona secesionista fruto de intensas presiones. Corresponsal de Le Monde en España desde 2010. Antes trabajó, entre otras cabeceras para Le Nouvel Observateur. Nació en Bourg-la-Reine (París) en 1979. Una mirada privilegiada al laberinto del "proces".
P.- ¿Cómo hubiera reaccionado el Elíseo ante una situación similar a la de Cataluña en octubre?
R.- En Francia nunca ocurriría algo así. Para una francesa lo primero que sorprende al llegar a España es el poder de las autonomías. En Francia la descentralización es muy limitada. Es un Estado centralista que destruyó los sentimientos regionalistas y aplastó las lenguas minoritarias. Y los procesos de autodeterminación que se han acordado en Francia, como los de la Nueva Caledonia o Argelia, siempre fueron en departamentos fuera de la metrópoli y, además votaron todos los franceses...Lo que ha pasado en Cataluña es una revolución sentimental. El problema, más que la cesión de competencias de los últimos 40 años, es la percepción, es decir, cómo usa el independentismo sus reivindicaciones para crear un sentimiento de opresión y un relato de agravio. Me sorprendió que en 1978, cuando se produce la descentralización, se eligiera el 11 de septiembre como fecha para la Diada. no tiene sentido. Si tu construyes una nueva relación del Estado con tu comunidad, la obligación es construir un relato para esa España plurinacional. Muchas veces se habla de la España plurinacional desde Madrid pero esa España tiene que defenderse desde Cataluña. ¿Y cómo lo vas a hacer si te remontas a símbolos de hace 300 años? Los políticos catalanes crearon un enemigo, que es España. Aún siguen incidiendo en el agravio de 1714, que se presenta como el origen de todos los males.
P.-El Estado tampoco hizo ese trabajo de pedagogía política durante todo este tiempo.
R.- Así es, El problema es que el Estado no ha defendido España como un país que no se avergüenza de sí mismo. Alfonso Guerra me dijo que no entendía los complejos que aún arrastran muchos españoles con los símbolos nacionales. Muchos creyeron que bastaba con concebir España como una nación de ciudadanos alrededor de una Constitución y que por tanto no hacía falta una construcción nacional...
P.- ¿Cree que la sociedad catalana está fracturada?
R.- . Si. Puede parecer una conclusión fuerte, pero lo que he visto es que la mitad de la sociedad catalana puede expresarse con total libertad y mostrarse orgullosa de lo que defiende, que es la secesión, mientras el grueso de la otra mitad prefiere evitar el tema porque le sitúa en una posición incomoda. Los símbolos colgados por todas partes, ya sea la estelada o el lazo amarillo, crean un ambiente opresivo. Se creó una fractura, se calificó a la gente entre buenos y malos catalanes y luego se habló del pueblo catalán como si fuese homogéneo...
Raúl Conde. El Mundo, sábado 14 de julio de 2018
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