Para ver antigüedades, iremos al Musée Basque, emplazado en la casa Dagourette, de principios del siglo XVII. Atesora la mayor colección de etnografía y arte popular del País Vasco francés. Y para ver algo más moderno, una opción es alguna de las exposiciones de fotografía que acoge el espacio arte contemporáneo Didam, que ocupa un bello edificio art déco en la orilla derecha del Adour. De este estilo son también las espléndidas vidrieras, obra de la casa Maumejean que iluminan las Galeries Lafayette, los antiguos almacenes Aux Dames de France a los que muchos españoles peregrinaban a mediados del siglo XX en un viaje relámpago transfronterizo para adquirir el milagroso Duralex, el acero del vidrio.
A las 20h30, en el club que hay en la novena planta del moderno hotel Okko sirven a sus huéspedes una copa de vino y un piscolabis con el que prácticamente se cena. Otra buena opción para cenar y alojarse es el Hôtel des Basses Pyrénées. situado en plena muralla con mucho charme. Pero antes de irse a la cama es preceptivo dar una vuelta por el barrio de La Petite Bayonne, en la margen derecha de la Nive, cuyas callejuelas medievales rebosan de bares como La Pétrolette, Le Corsaire, L'Estafête Café y también Kalostrape, plantado entre los arcos de un antiguo convento donde los fines de seman actúan desde DJ hasta bertsolaris.
Andrés Campos. El Viajero. El País, viernes 27 de julio de 2018
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