Veleta del pináculo, destruido por las llamas, posee un gran simbolismo... |
La noticia saltó en la noche del martes. Uno de los restauradores, encargados de cribar los escombros, lo encontró. Lo contó Jacques Chanut, presidente de la Federación Francesa de la Construcción, quien compartió en Twitter una foto con el animal en brazos de Philippe Villeneuve, arquitecto jefe de los Monumentos Históricos, encargado de la renovación de la catedral.
La noticia la confirmó el Ministerio de Cultura a Le Parisien: "Está magullado pero parece que se puede restaurar. Como está abollado, aún no se ha podido comprobar si las reliquias están dentro".
Hasta entonces se pensaba que se había fundido en el incendio. Pero cuando la flecha se derrumbó en la noche del lunes, "la veleta debió desprenderse y cayó del buen lado, seguramente en el camino de ronda de la techumbre. En todo caso fuera del foco del fuego", añadía la misma fuente. Nadie se percató por las llamas y el humo...
La flecha de roble recubierta de plomo pesaba nada menos que 750 toneladas, según la guía Découverte du patrimoine de la que proceden los datos que siguen. Sustituyó a la primera que databa del siglo XIII, desmontada por vetusta en 1786. La actual se colocó en 1860 durante la gran rehabilitación que lideró Viollet-le-Duc.
En la base de la aguja se colocaron 12 estatuas, una por apóstol. Once miraban a París. La de Santo Tomás hacia la flecha. Ya saben que, según el Nuevo Testamento, este santo no creyó hasta ver resucitado a Cristo. Pero es que además, este Santo Tomás tiene la cara de Viollet-le Duc. Un guiño al arquitecto que contemplaba para siempre la culminación de su obra.Por cierto, los 12 apóstoles se salvaron de la quema por un día. Junto a los cuatro evangelistas, habían sido retirados el jueves pasado para ser restaurados.
El pináculo resistió el paso de los años, incluida la gran tormenta de 1999. Pero la lluvia ácida había dañado el plomo. Por eso había que rehabilitarlo. La aguja terminaba en una veleta como es tradición.
Fue el cardenal Verdier quien en 1935 hizo poner tres reliquias en el interior del gallo: las dos primeras corresponden a Saint Denis y a Santa Genoveva; la tercera es una de las 70 espinas de la corona de Cristo que se venera en Notre-Dame. Así los parisinos quedaban bajo la triple protección de Cristo, del primer obispo de Lutecia y de su santa patrona.
La página de la Presidencia de la República cuenta la historia del gallo. Aparece en las monedas antiguas de los galos. El término latino gallus significa tanto gallo como galo. El símbolo se abandonó en la Edad Media aunque era usado en Alemania para referirse a Francia. Desde el siglo XVI, los reyes franceses recuperan el ave en grabados y monedas. La Francia revolucionaria acaba descartándolo. Un decreto de 1830 fija que los botones del uniforme de la guardia nacional deben llevar la imagen del gallo. Napoleón III pasa de gallos. La III República lo recupera y hace poner un gallo dorado en las rejas del Elíseo, desde 1899 hasta hoy. El relato de la oficina de Macron concluye señalando que, aunque el símbolo de la República es Marianne, el gallo figura en el "sello del Estado desde la II República: la Libertad sentada tiene un gallo sobre el cañón".
Así que el gallo superviviente es mucho más que una veleta: símbolo de Francia, reliquia de la cristiandad. Pronto, emblema de la reconstrucción de Notre-Dame. Al tiempo.
Iñaki Gil. París. El Mundo, jueves 18 de abril de 2019
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