En el siglo XIX Notre-Dame, objeto, como estos días se ha repetido hasta la saciedad, de una de las obras maestras del Victor Hugo narrador, sale en cuadros de Corot, o en grabados del baudelairiano Charles Meryon. por ejemplo en Le Petit Pont (1852), un ejemplar del cual tengo colgado cerca de la mesa donde escribo. Fue en la catedral de París donde el día de Nochebuena de 1886 tuvo Paul Claudel la iluminación que lo condujo a la conversión al catolicismo. Ya en el XX la pintaron, durante la década del 10, Matisse, que tuvo un estudio en el Quai Saint-Michel, y Picasso durante la Segunda Guerra Mundial (desde la vecina rue de Grands-Augustins iba a hasta ella paseando a su perro) y justo después, cuando en algunos cuadritos la celebra engalanada de banderas tricolores. En torno a ella, a finales de agosto de 1944, se habían librado algunos de los últimos combates de la Liberación y allí fue donde De Gaulle presidió un Te Deum, todavía con francotiradores sembrando el pánico entre la multitud. Algo más tarde la ha cantado una y otra vez Julio Cortázar, enamorado de siempre de ésta y otras catedrales (Chartres, Bourges, Reims...) góticas francesas y de sus vidrieras. Y la interrogado una y otra vez, con el pincel en la mano, un amigo del autor de Rayuela, el pintor catalán Xavier Valls, que la veía desde su estudio del Quai de l'Hôtel de Ville.
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Notre Dame por R. Doisneau |
Por supuesto, los fotógrafos se han acercado todos a ella, de Eugène Atget a Michael Kenna, pasando por Laure Albin Guillot, Brassaï, Cartier Bresson, Coburn, Doisneau, Kertesz, Schall, Stankowski o André Zucca. En cuanto al postalero Yvon, además de retratar varias veces la catedral como paisaje de fondo de los bouquinistes, fue inmejorable en su acercamiento a las gárgolas que pueblan sus alturas. Recordar por último, dos sonados suicidios con pistola acaecidos en Notre-Dame, el de la escritora mexicana Antonieta Rivas Mercado, por amor (utilizó el arma de José Vasconcelos, su amante), en 1931, y en 2013, por convicciones, el del historiador y ensayista, neofascista Dominique Venner...
Notre-Dame ha sobrevivido a guerras y revoluciones. Sobrevivirá a este inconcebible incendio. Ahora toca reconstruir. Si Reims resucitó gloriosamente de sus cenizas tras 1918, también se reconstruirá esta catedral herida, símbolo máximo de París (que empezó siendo la Île de la Cité, donde está enclavada), y tan querida, como he querido apuntarlo en estas líneas de urgencia, por los modernos de antaño (añadiré dos nombres: Apollinaire y Ezra Pound). que en Francia, como en todas partes, tanto aprendieron de lo que Gustave Cohen llamó, en fórmula definitiva, "la gran claridad de la Edad Media".
Juan Manuel Bonet, fue director del Instituto Cervantes de París entre 2012 y 2017 y ha dirigido el IVAM y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía.
El Mundo, jueves 18 de abril de 2019
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