martes, 23 de abril de 2019

El Orsay saca del anonimato a los modelos negros

 los náufragos de la Medusa de T. Gericault
Se llaman Laure, Joseph, María y usted los ha visto alguna vez. Seguro. Porque forman parte 
de cuadros célebres firmados por Théodore, Géricault o Édouard Manet. Pero no tenían nombre. Porque eran negros. El Museo de Orsay de París recupera su recuerdo en una muestra pionera. "No se trata de una exposición sobre la representación de los negros, percibidos como grupo social. Nos interesamos en el modelo, en el doble sentido de sujeto contemplado y representado por el artista pero también como portador de valores", acotan los comisarios de la exposición.
El marco temporal desborda el del Orsay (1848-1914) porque recuerda la primera abolición de la esclavitud (1794), su restablecimiento por Napoleón en 1802, la abolición definitiva en 1848, hasta el triunfo del jazz y de Joséphine Baker en el París de los años 20.
Poner nombre a los protagonistas, sí. Entre la superación de los prejuicios y la corrección política. Así nos recibe Retrato de Madeleine de Marie Guillemine Benoist. Una tela que se presentó en el Salón de 1800 con el título de Retrato de una negra y que con el tiempo pasó a ser Retrato de una mujer negra. La mujer sigue igual de bella pero ha recuperado su nombre. 
Joseph se cita cada día con miles de personas en el Louvre. Es el hombre que hace señales a un barco salvador desde la Medusa, la balsa de los náufragos que inmortalizó Géricault a los 27 años. En el primer boceto no salía pero el pintor, abolicionista militante, incluyó a tres negros en su obra final... aunque en la realidad solo hubo uno entre los supervivientes.  
El negro Joseph desembarcó en Marsella en 1804. Procedía de Haití y subió a París enseguida. Aquí vivió de trabajillos pero entró en la troupe de Madame Saqui, bailarina de cuerda. Tras posar para un discípulo de David frecuentaba los cenáculos artísticos y tuvo éxito por su carisma y prestancia física...
Géricault  presentó la tela  los náufragos de la Medusa en el Salón de 1819 y puso en la cima de la pirámide humana a Jean Charles/Joseph, el buen salvaje de aquella tripulación  en la que el médico seleccionaba a las víctimas...Peor suerte tuvo otro pintor abolicionista, Marcel Verdier, discípulo de Ingres. Su castigo de las cuatro estacas puede hoy verse en el Orsay. En 1843, el Salón no lo admitió.
Iñaki Gil. París. El Mundo, martes 16 de abril de 2017.

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