El Gobierno francés lanzará un concurso internacional de arquitectura para reconstruir la aguja de Notre Dame de París, destruida el pasado 15 de abril en el incendio que devastó la catedral. Pero ¿hay que reconstruir la aguja de forma idéntica a la que diseñó en el siglo XIX el arquitecto Eugène Viollet le-Duc, volver al diseño original del siglo XIII o construir una aguja completamente nueva?
Macron que ha prometido que Notre-Dame será "más bella" tras la reconstrucción, está a favor de dar un "gesto arquitectónico contemporáneo" a la catedral porque, según recuerdan en el Palacio del Elíseo, la aguja destruida no era la original.
La primera aguja fue construida en el año 1250. Este campanario fue desmontado entre 1786 y 1792 porque, dado su mal estado, se temía que se derrumbara.
El arquitecto Viollet-leDuc, responsable de la restauración de la catedral, construyó en 1860 una aguja nueva -de madera y de plomo y con una altura de 93 metros desde le suelo- para coronar Notre Dame, siguiendo el modelo de aguja de dos pisos ideada en 1852 en Orleans.
¿Pero cómo reconstruir la catedral sin traicionar su identidad? Jean-Marie Henriquet, bisnieto de Viollet-le Duc, cree que es necesario reconstruir la aguja, porque no hacerlo sería "amputar la catedral", explicó a la agencia AFP.
El presentador de televisión y divulgador histórico Stéphane Bern se mostró a favor de reconstruir Notre-Dame "idéntica" a como estaba antes del incendio, frente a "los delirios" de algunos arquitectos que quieren construir una aguja de cristal sobre esta catedral gótica...
El británico Norman Foster, responsable de la cúpula de vidrio del Bundestag (Parlamento federal alemán) de Berlín, considera que el concurso para restaurar Notre-Dame es "una extraordinaria oportunidad" para cualquier arquitecto. La nueva aguja debería ser "una obra de arte sobre la luz y muy espiritual", que capture bien el espíritu de la época, según explicó Foster al diario The Times...
Sea quien sea el elegido para la reconstrucción de Notre-Dame, el debate levantará pasiones, hará correr ríos de tinta y el resultado no gustará a todos. Todavía en París se recuerda la polémica suscitada en torno a la construcción en 1977 del Centro Pompidou y hace 30 años de la pirámide del Louvre. El debate sobre el futuro de Notre-Dame será igual de encendido.
Beatriz Jurado. París. El Mundo, martes 23 de abril de 2019
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