La disputa es uno de esos culebrones sin los cuales la vida literaria francesa no sería lo que es. Pero es más que eso: un debate sobre los límites de la literatura sin ficción, sobre el poder del escritor para vampirizar vidas ajenas y sobre la capacidad de los personajes para modelar, o censurar, obras literarias.
"Emmanuel y yo estamos atados por un contrato que le obliga a obtener mi consentimiento para utilizarme en su obra. Yo no he consentido al texto tal como ha aparecido", explicó Devynck en una carta publicada en la revista Vanity Fair. "Durante los años que vivimos juntos, Emmanuel podía utilizar mis palabras, mis ideas, sumergirse n mis duelos, mis penas, mi sexualidad". El divorcio de ambos en marzo, después de nueve años de matrimonio, lo cambió todo. Carrère perdió el derecho a usar a Devynck que, en efecto, aparece en Yoga, pero de una manera oblicua, por medio de una cita de un libro anterior de Carrère, De vidas ajenas (publicado en castellano, como toda su obra, por Anagrama).
A preguntas de El País, Carrère remitió a su respuesta publicada en la prensa francesa. "Entiendo lo complicado que es para una persona real salir en un libro, pero también no salir en él", replicó el viernes en una carta en Libération. "Todo lo que puedo observar es que, en los 20 años que llevo escribiendo este género de libros, ninguna de las personas se ha puesto en mi contra, ni siquiera Sophie, la heroína de Una novela rosa a quien, a ella sí, realmente ofendí, y todavía lo lamento".
El conflicto entre Carrère y Devynck exolica la elipsis -el inmenso vacío narrativo- que está en el núcleo de las casi 400 páginas de Yoga. El libro cuenta a vida del autor entre 2014 y 2019. Carrère, en primera persona y en el estilo confesional que cultiva desde que abandonó la ficción, relata su caída en una depresión profunda y el ingreso en un hospital psiquiátrico donde le aplicaron electroshocks...
Marc Bassets. París. El País, domingo 4 de octubre de 2020.
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