sábado, 31 de octubre de 2020

Noche de tinieblas y tristeza en Niza

La iglesia de Notre Dame en Niza
Uno desayuna tranquilamente con un amigo el café y el cruasán de cada día, la rutina cotidiana, e ignora que, esta será la última vez, que la muerte irrumpirá a los pocos minutos y la vida cambiará para siempre. "¿Cómo pensar que algo así pueda ocurrir aquí?", dice Jean-François Gourdon, tesorero de la basílica de Notre-Dame en Niza. "Nunca, nunca, nunca", añade. 

A las ocho de la mañana Gourdon desayunó, en un café cercano, como solía, con el sacristán de la basílica, Vincent Locquès. Juntos abrieron las puertas el templo y se despidieron. Antes de marcharse, Gourdon le dijo a Locquès:"Te veo a las seis de la tarde". Era la hora de la misa. Unos minutos después de despedirse un hombre entró con cuchillo  en el templo y mató a Locquès y a dos mujeres que en aquel momento rezaban en el interior. Hacía diez minutos que Gourdon se había marchado. Escuchó las sirenas y deshizo el camino. La iglesia ya estaba acordonada. "Ví un cadáver en el atrio", recuerda horas más tarde, mientras anochece y la catedral sigue acordonada. "Enseguida comprendí que era él".

Niza es una ciudad curtida, los atentados no son algo nuevo para sus habitantes, pero el estupor y la rabia después de cada ataque no desaparecen. Los recuerdos se amontonan en esta ciudad encajonada entre las últimas estribaciones de los Alpes y el Mediterráneo, ciudad triplemente golpeada por el terrorismo, como recordó unas horas antes ante la catedral el presidente Emmanuel Macron.

El 3 de febrero de 2015, un delincuente radicalizado atacó con un cuchillo a tres militares que vigilaban un centro comunitario judío, cerca de Notre-Dame. Y el 14 de julio de 2016, un terrorista al volante de un camión mató a 86 personas en el paseo de los Ingleses, donde habían acudido para ver los fuegos artificiales de la Fiesta Nacional.

"¿Por qué Niza?" "¿Por qué siempre eligen Niza?", se pregunta a gritos frente a Notre-Dame Houfrane Aaki, una mujer originaria de las islas Comoras y musulmana que había convocado a un minuto de silencio, una vigilia ecuménica en la que se mezclaban paseantes y periodistas . "Este tipo no era musulmán, era un sinvergüenza", dice aludiendo al terrorista. "¡Stop! Quienes tengan ganas de matar que vayan a su país a hacerlo", dice mientras su tono de voz, cada vez más alto, atrae a la multitud, hasta que la entrevista con este corresponsal acaba por convertirse en un pequeño mitin... 

Marc Bassets. Niza. El País, viernes 30 de octubre de 2020

 

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