domingo, 25 de octubre de 2020

Marsella radiante y circular

La bienal nómada Manifiesta 13 en Marsella

En Marsella, nación de Zinedine Zidane ("primero soy marsellés, después francés y argelino") y también de Walter Benjamin que pasó allí las últimas semanas de su existencia  -por citar solo dos personalidades que han influido en la cultura de masas-, se está gestando el laboratorio de los conmonautas, la futura ciudad ecológica de 26 siglos de historia, la más antigua de Francia y la más fragmentada (divida en 111 entidades administrativas), con un tercio de población argelina y hoy agobiada por las restricciones del confinamiento. Tiene casi tantas ratas por habitante como Nueva York o París, se las ve tan campantes en las calles bordeadas por hermosos y escuetos edificios con las contraventanas cerradas a cal y canto. Son propiedad de fondos de inversión (otras ratas) en una ciudad con gravísimos problemas de vivienda. Con todo, Marsella exhibe una energía descomunal, y prueba de ello es el cambio de su Gobierno, Michèle Rubirola es la nueva alcaldesa verde y a ello se añade ahora en alienación astral, la bienal itinerante Manifiesta, hoy por hoy una de las pocas citas artísticas que parecen tener futuro tras la debacle cultural ocasionada por la pandemia.

Inaugurada ayer contra todo pronóstico, su 13ª edición incluye tres programas: Traits d'union.s (seis sedes, 48 artistas y colectivos), Le Tiers Programme (archivos) y Les Parallèles du Sud (86 proyectos en toda la región), y está conducida por los comisarios Katerina Chuchalina, Stefan Kalmar y Alya Sebti. Además de las exposiciones e intervenciones en sus distintas sedes, suma el el proyecto urbanístico Le Grand Puzzle, dirigido por los holandeses MVRDV y The Why Factory, un estudio del nivel de "sostenibilidad" que podría alcanzar la urbe en pocos años si brotaran las "semillas del tiempo"(Fredric Jamenson), es decir la capacidad de sus habitantes de imaginar o fantasear sobre un futuro perfecto posible.

El evento artístico es abarcable y cose espacios de música y danza, galerías non profit, museos y colecciones en los barrios de Belsunce, Bourse/Noailles (Museo de Historia de Marsella), Opéra (Conservatorio, Museo Cantini), el Puerto, Le Panier (Casa de la Caridad) y Parc Longchamp, un pulmón construido en el XIX para aprovisionar de agua a la ciudad tras las pestes, con sus fuentes que conectan dos museos, Bellas Artes e Historia Natural, y un zoo sin bestias reales. En su lugar hay figuras de animales a escala real, cada uno emitiendo los sonidos de su especie. Como estar dentro de un libro infantil desplegable...

Ángela Molina. Babelia. El País, 10 de octubre de 2020

No hay comentarios:

Publicar un comentario