sábado, 17 de octubre de 2020

Optimismo en la Semana de la Moda de París

"No es el momento de preocuparse de lo comercial, sino de mostrar ideas nuevas y apostar por la fantasía, que es lo que necesitamos ahora que no sabemos qué nos espera". J. W. Anderson. Director creativo de Loewe, resume así el espíritu que ha definido la Semana de la Moda de París. La cita, que concluyó con la capital francesa en estado de alarma máxima por el coronavirus quiso ser una herramienta de evasión frente a la realidad.

Pero como en la pasarela milanesa, solo un 29% de las colecciones -Dior, Chanel, Hermès- se presentaron en un desfile tradicional con público. Si tiene sentido seguir insistiendo  en la fórmula presencial y las consecuencias de no hacerlo fueron los dos asuntos que monopolizaron las conversaciones más allá del alentador resurgir del mercado asiático y el nivel de unas propuestas concebidas durante el confinamiento, que tuvieron en Loewe y Paco Rabanne a sus mejores representantes.

Entre las marcas que optaron por un formato digital destacó la dirigida por Anderson. "Tengo muchos amigos que han sido afectados gravemente por la covid. No podemos estar donando dinero a la sanidad y, al mismo tiempo, formar parte del problema. Si una firma como Supreme ha conseguido situarse a ese nivel si hacer desfiles, creo que no pasa nada por que nos saltemos uno", explicó el director por videoconferencia...

También Hermès quiso subrayar su legado centenario y lanzar como explicaba su directora creativa, Nadège Vanhee-Cybulski, "un mensaje de optimismo, calma y belleza", traducido sobre la pasarela en camisas masculinas de corte perfecto, camisetas escotadas en la espalda y vestidos de líneas sencillas y acabados complejos..."Desfilamos porque podemos hacerlo y para mostrar que París es una ciudad llena de creatividad. No sólo lo hacemos por nosotros sino por toda la comunidad de la moda, que necesita de eventos físicos dentro de esta cita", argumentaba Vanhee-Cybulski.

Antes del coronavirus, la Semana de la Moda francesa dejaba en París unos 1.200 millones de euros en beneficios entre noches de hotel, desplazamientos, cenas y compras según un informe realizado por la Cámara Sindical de la Moda, la institución que organiza la cita.

Como motor industrial y reclamo turístico, la pasarela es, por extensión, fuente de empleo. Conservar el de los profesionales que hacen posible los desfiles fue una de las razones que llevó a Julien Dossena a mantener el show de Paco Rabanne: "No se trata solo de hacer dinero y olvidarnos de la gente de casting, producción y realización. Es un momento de celebración y con todas las medidas de seguridad a nuestro alcance queremos proyectar una imagen de fuerza"...

Tampoco Chanel, cuyo desfile fue durante años el más espectacular de la pasarela parisiense, quiso renunciar a la puesta en escena con público, aunque en esta ocasión redujo el aforo a una cuarta parte de lo habitual...

 En París, la moda no es accesoria sino fundamental y, al igual que la pasarela y las marcas que acoge, se enfrenta a un cambio de paradigma, cuyas consecuencias J.W. Anderson prevé drásticas. "La pandemia está actuando de acelerador", las cosas que no terminaban de funcionar van a desaparecer ya. Y esta especie de selección natural cambiará el sistema de la moda para siempre".

Carmen Mañana. París. El País, miércoles 7 de octubre de 2020.

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