martes, 20 de octubre de 2020

Los Alucinados. Pierre-Louis Flouquet

Uno de los Retratos imaginarios de la exposición
/ Colección Roberto Polo

Más que una exposición de dibujos pareciera un cruce de  caminos entre el relato de terror, la historia de entreguerras y el psicologismo más tenebroso este desfile alucinado entre los muros de la Casa Zavala de Cuenca. Ahí arriba, asomados al barranco de la hoz del Júcar, viejos aristócratas venidos a menos, recios y rancios militares, abogados y jueces autoritarios, intransigentes beatos, pobres diablos sin fortuna, tres o cuatro mujeres resignadas y, en general, una cohorte de almas en pena se muestran al visitante para dar testimonio del tipo que les dio la vida: Pierre-Louis Flouquet, un vanguardista de los inicios del siglo XX, un pintor que dejó de pintar, un personaje con sus tinieblas y un artista, en suma, que decidió desaparecer de la circulación en la cresta de la ola. 

La exposición, Retratos imaginarios, 259 dibujos a tinta china, supone dos advenimientos. Por un lado, el del propio Flouquet en España: un artista prácticamente desconocido en este país pese a haber integrado junto a ilustres nombres como Kandinsky, Max Ernst, Paul Klee, Oskar Kokoscha o Servranckx el grupo generado a principios del siglo XX en torno a la revista berlinesa Der Sturm y la galería homónima fundada en 1912. Y por otro lado, el del coleccionista cubano-estadounidense Roberto Polo en Cuenca, donde a finales de octubre inaugurará la segunda sede (después de Toledo) de la CORPO-Colección Roberto Polo, Centro de Arte Moderno y Contemporáneo de Castilla-La Mancha.

Las obras de Pierre-Louis Flouquet fueron ejecutadas entre 1927 y 1931. Para entonces, su autor ya había abandonado prácticamente la pintura al óleo, un territorio en el que había destacado desde joven, con su amigo René Magritte como primer compañero de viaje. Nacido en París, en 1900, su familia se instaló en Bruselas en 1910. Cursó estudios en la Real Academia de Bellas Artes, pero estaba claro que la disciplina académica se antojaba un universo demasiado estrecho para el artista en ciernes, que empezó a relacionarse desde muy joven con los vanguardistas de Amberes, Berlín, Bruselas, Lausanna y París, hasta que en 1921 tomó parte en dos importantes citas: la Exposición Internaiconal de Arte Moderno de Ginebra y la exposición junto a Magritte en el Centre d'Art de Bruselas, convirtiéndose en responsable de la sección de pintura e ilustrador de su revista. Fue tan solo uno de los numerosos círculos y periódicos artísticos y literarios en cuya génesis tuvo que ver, como L'Assaut / El Asalto o el Journal de Poètes/ Diario de los poetas. Poco tardaría en adquirir relevancia en los círculos modernistas por sus abstracciones geométricas y sus composiciones biomórficas de corte surrealista. Fue uno de los máximos exponentes de lo que en aquella época del arte europeo se dio en llamar movimiento de la plástica pura.

Pero se cansó de pintar. De forma progresiva, la labor periodística en publicaciones belgas y francesas como ilustrador y como escritor pareció atraerle más. El grabado y el dibujo cobraron cada vez más relevancia en su obra, incluidos los retratos  de artistas y escritores célebres (Gide, Pirandello, Picasso, Matisse... o el que hizo de Unamuno para la portada de la revista Monde. Y en ese contexto nacen los personajes alucinados de Cuenca.

Estos 252 retratos imaginarios  -solo uno no lo es, el del pintor uruguayo Joaquín Torres García- son una selección de los cerca de 700 que posee Roberto Polo en su colección. Se cree que Flouquet llegó a dibujar más de 1.000. Se trata de piezas que nunca habían sido expuestas. Pasaron de los archivos personales de Flouquet, fallecido en 1967, a manos del historiador del arte Serge Goyens de Heusch (autor de la más completa monografía publicada sobre el artista) y de ahí directamente al coleccionista ahora afincado en Toledo...

Borja Hermoso. El País Semanal, 10-10-2020

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