sábado, 3 de octubre de 2020

La Costa Azul de Jay Gatsby

Durante algunos días he estado viajando por la Costa Azul, Niza, Juan-les-Pins, Saint Raphaël, Cannes... El motivo era el asueto, pero también localizar los genius loci, en especial literarios, que poblaron durante décadas la Riviera francesa. La temperatura mesurada, los horizontes cobalto, el mar, apetecible incluso en invierno, ya daban una idea de por qué tantos artistas se vinieron aquí. Es llamativa la poca presencia de españoles, quizás debido a que en el imaginario ibérico es una  área cara y por nuestras espectaculares playas.

Niza es un lugar inesperado, monumental, lleno de villas y fachadas bellísimas, y repleto de los ingleses que colonizaron la zona años ha, los rusos que la reafirmaron, los alemanes, los italianos...Por la Promenade des Anglais se encuentran placas en los edificios donde vivieron Chéjov y Matisse, o te topas con el bar del hotel Negresco, donde el quién es quién de finales del XIX y principios del XX se cogía las cogorzas. En la ciudad se puede visitar la impresionante Villa Masséna (65 rue de France), el palacete del mariscal napoleónico, donde en una cámara acondicionada aguarda La crucifixión de Louis Bréa. En Niza Gógol escribió Almas muertas (1842) y al parecer no dejaba de dar la brasa sobre su misión divina: salvar el mundo. Nietzsche se paseaba deslumbrado por la magnífica luz, lamiéndose las heridas de su ruptura con Lou Andreas-Salomé. En el escondido Museo de Bellas Artes descubrí al simbolista Gustav-Adolf Mossa: esperaba en la última sala, casi aplastado por cuadros de  tamaño desmesurado. El gran Maiakovski, destrozado por una pena inmensa ante el fracaso de la revolución rusa, escribía:"Aquí estoy de nuevo cantando la gloria de hombres tan dolidos como un hospital/y mujeres banales como un proverbio". . .

En la Costa Azul  se juntaban buscavidas, chiflados, escritores, millonarios, aristócratas, reyes y princesas, amantes de reyes y princesas, pintores, un montón de tuberculosos a la búsqueda de un calor que les secase los pulmones y kamikazes varios que buscaban pulirse su fortuna en los casinos. Maupassant, Romain Gary, Sagan, Blasco Ibañez, Somerset Maugham, Marguerite Yourcenar, Katherine Mansfield, Éluard, Apollinaire, Coco Chanel, Brigitte Bardot, André Gide, Graham Greene, Malraux, Glenway Wescot, Cyril Connolly, Céline, Simenon, Henry Miller, Cocteau... Todos tuvieron casa o pasaron por allí, protagonizando en algunos casos verdaderos culebrones. Casas o casoplones. El escritor Somerset Maugham es de estos últimos: solo hace falta ver la villa La Mauresque, en Sait-Jean-Cap-Ferrat (52 del bulevard du Général De Gaulle), un colosal palacio con cinco hectáreas de terreno  -hoy una residencia privada-, donde escribía tres horas al día y recibía, recibía mucho: Churchill, Aga Khan, Kipling Wells...

Ignacio del Valle. El Viajero. El País, viernes 2 de octubre de 2020.

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