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Cristian Boltansy |
Bernard Blistène, director del museo de arte moderno en el Centro Pompidou, declaró a France Presse: "Era un hombre púdico. Estaba enfermo. Escondió las cosas tanto como pudo". "Por encima de todo amaba la transmisión entre los seres, por medio de relatos, de recuerdos. Quedará como uno de los mayores narradores de su tiempo", añadió.
Lo que a él le interesaba no eran tanto las obras de arte al uso -dejó la pintura a finales de los años setenta, después de su primera exposición en París, en pleno mayo de 1968- como "los mitos y leyendas" o las "pequeñas parábolas ", como decía, "una etnología de (sí) mismo". Su retrospectiva en el Pompidou, entre finales de 2019 y 2020, supuso la culminación de su singular trayectoria, su consagración como un clásico contemporáneo, y también una puerta de acceso al gran público de su mundo de imágenes huidizas, de los secretos de familia, de las sombras del pasado, de la memoria y del olvido. Aquella muestra fue además, una de las últimas grandes exposiciones en París antes de que la pandemia obligase a cerrar los museos y confinase, también, a sus artistas...
Boltanski, casado con la artista Annette Messager y hermano del sociólogo Luc Boltanski, creía que cada vida contenía un libro o una obra de arte. "Me interesa el contraste entre la importancia del individuo y su inexorable desaparición", aseguró en alguna ocasión. "Mi actividad consiste en recordar a los que desaparecen. Siempre digo que todo mayor de 60 años merecería un museo por el simple hecho de haber vivido"...
Marc Bassets. París. El País, jueves 15 de julio de 2021
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