domingo, 22 de agosto de 2021

Edgar Morin. El filósofo humanista

Edgar Morin

Ser apreciado después de muerto no certifica el valor de un autor porque "el tribunal de la posteridad no es justo", afirmaba en una reciente entrevista en la radio cultural pública francesa Edgar Morin (París, 100 años). En el mismo programa el filósofo y sociólogo se declaraba convencido de que su obra no ha ejercido hasta ahora una influencia profunda. Un juicio que contrasta con los reconocimientos públicos de toda clase que ha recibido. Morin -creador del concepto de pensamiento complejo, el estudio de las distintas dimensiones de la realidad- por su centésimo cumpleaños el pasado 8 de julio. Suplementos especiales en prensa, audiencia en el palacio del Elíseo y un sinfín de felicitaciones, en sintonía con una vida de éxito profesional y social. Ahí está la larga lista de doctorados honoris causa, los premios, las condecoraciones y la difusión de su obra, más de 40 libros en los que ha analizado los problemas de la educación y el conocimiento, además de reflexionar sobre su propia vida.

Lo cierto, sin embargo, es que, muchos no lo han entendido todavía, reconoce su amigo, el profesor de la Universidad de Valladolid Emilio Roger Ciruana, autor de una de las primeras tesis doctorales sobre Morin, parte de la cual se publicó en 1998 como libro (Edgar Morin, Introducción al pensamiento complejo). "Su epistemología general es una disposición mental, una forma de abordar la realidad. Cuando hablamos de complejidad hablamos de que esa mirada que lanzamos al mundo debe ser multidisciplinar, multirreferencial", cuenta por teléfono Roger. "Los dos aspectos que aprecio más de su obra", señala por correo electrónico Nuccio Ordine, profesor de la Universidad de Calabria y amigo también de Morin, "son el tema de la incertidumbre (el saber convivir con lo imprevisible, con el fracaso, con lo inesperado, conceptos cuya importancia hemos comprendido bien durante la pandemia) y el de la enseñanza. Las relaciones entre escuela/universidad y vida; entre saber y construcción de un mundo mejor: la educación al servicio de la sociedad y no del mercado". 

Ordine, que se ha mantenido en contacto con Morin durante la pandemia "mediante aperitivos visuales y videollamadas", destaca también entre sus cualidades, "el entusiasmo que transmite a sus interlocutores y su sencillez, que hace mucho más fácil y auténtico el diálogo con los demás. Edgar vive como piensa: para él no hay separación entre filosofía y forma de vivir". Emilio Roger coincide con esta apreciación. "Lo mejor de Edgar es él. Es lo que llamamos una buena persona. Dicho coloquialmente, un tipo legal"...

Lola Galán. Ideas. El País, domingo 1 de agosto de 2021

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