sábado, 7 de agosto de 2021

Amor a París. Baudelaire y Doña Emilia

Todo el mundo de Baudelaire fue París y lo recorrió con sus textos en todas las direcciones, y en todos los viajes, desde las visitas a los pasajes donde compraba rarezas de todas partes como Balzac hasta los siete viejos kafkianos que se le aparecieron un día en fila. Pero Doña Emilia (Pardo Bazán) también amaba París, visitó París muchas veces y escribió el libro de impresiones Al pie de la torre  Eiffel . Viajó en teoría para escribir crónicas sobre la exposición de 1889 y sobre la torre asombrosa, pero eso fue lo de menos porque la principal fue vivir toda la ebullición de París y todos los parises que ella misma señalaba con embriaguez como Baudelaire. Baudelaire mostraba un aristocratismo de lo selecto y doña Emilia era una aristócrata espiritual contra la vulgaridad de la aristocracia de clase. Pero los dos amaban París como experiencia y como cosmopolitismo en el mejor sentido.

Para Baudelaire contaban los amantes, nunca escribió sobre el matrimonio. Amaba a una negra sensual y profunda o a una dama sublimada de perfumes destilados, pero nunca pensó en casarse. Todo su mundo erótico y vital está en los amantes. En doña Emilia pasa lo mismo. Se casó casi niña pero acabó separándose como amiga de su marido y luego tuvo unos amantes que dieron relieve a su vida. En ellos encontró el estremecimiento de Baudelaire, por muy católica que se proclamara.

No solamente el amor de juego y plenitud que vivió con Galdós -que ahora conocemos en sus cartas porque somos cotillas, pero también porque nos atrae la vida de verdad-. Sino también con José Lázaro Galdiano, el mejor amigo de Pérez Galdós y en el que inspira posiblemente Insolación. Allí explica la fiebre de vivir como amante (no como esposa legal y obligada), porque pega mucho el sol en Castilla.

Y Baudelaire insufla en Doña Emilia el veneno de escapar del spleen. La clave de Las flores del mal es la contraposición entre spleen e ideal, entre el aburrimiento y la intensidad inexpresable. También ella busca el estremecimiento, el mismo huir del spleen, persigue lo secreto y lo insólito de la vida. Baudelaire inoculó a Doña Emilia ese veneno del que habla en unos versos que le causaron al poeta un juicio por inmoral, y a doña Emilia la acusaron de inmoral por hablar tanto de París y de los amantes. 

Antonio Costa Gómez. La Voz de Galicia, domingo 27 de junio de 2021

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