sábado, 14 de agosto de 2021

Saint- Tropez

El barrio de La Ponche

La vista desde la terraza de La Ponche, el hotelito en el barrio de pescadores de Saint-Tropez  que frecuentaban las estrellas del cine y la literatura, ha cambiado poco. Las montañas a la otra orilla del golfo, los veleros y como decía la escritora Françoise Sagan, "el único elemento estable del pueblo: el agua azul, el agua lisa". Sí, ahora se ven más construcciones en la costa que en las fotografías  de la época y algún yate interrumpe la calma del Mare Nostrum. Pero La Ponche -este rincón del pueblo que Brigitte Bardot hizo célebre cuando en 1956 protagonizó Y Dios creó la mujer- parece inmune al paso del tiempo.

"Mire, ahí nací yo", dice Simone Duckstein señalando el edificio que en aquel año de 1943, todavía no era un hotel, sino un bar regentado por sus padres. Sentada en la terraza, Duckstein habla del Saint-Tropez de antes, del de ahora. Ella estuvo aquí desde el principio. A todos los vio pasar. A Picasso y a Boris Vian, el trompetista-poeta que convenció a los padres de Simone  para abrir una pequeña boîte de jazz que tras la II Guerra Mundial se convertiría en una sucursal en la Costa Azul de Saint-Germain-des-Près, el barrio existencialista de París. A Simone de Beauvoir  y a Jean-Paul Sartre. A sus amigas: Sagan, la autora de Buenos días, tristeza, y Bardot o B.B., recluida desde hace años en sus casas, La Madrague y La Garrigue, cerca de aquí, pero indiscutible emperatriz de Saint-Tropez. Y a tantos otros: Romy Schneider, Catherine Deneuve, !José Luis de Villalonga¡... No cita tantos nombres por vanidad. Realmente fueron el paisaje de su vida. Pocas personas vieron tan de cerca y desde una atalaya como esta -la terraza de La Ponche- los dramas y alegrías, las transformaciones profundas  y lo que nunca cambia en la vida de uno de los destinos veraniegos más exclusivos. 

"Es un pueblo de verdad, con sus tradiciones. Y a la vez todo el mundo está aquí", resume Siomone Dckstein. Hay algo telúrico en Saint-Tropez, hay algo en el suelo", añade. Materia, magia... La historia de Saint-Tropez podría dividirse, como la era cristiana, en un antes de Brigitte Bardot y un después de Brigitte Bardot (a. B.B. o d. B.B.). El año cero es el del estreno de Y Dios creó a la mujer, la historia de una mujer libre y moderna que revoluciona un pueblo costero que se debatía entre mantener la tradición de la pesca o abrirse al turismo. Uno de los pretendientes de la protagonista quiere construir un casino. Otro se resiste a venderle los terrenos. No hubo un casino en Saint-Tropez -para ello hay que desplazarse a Saint-Maxime en la otra orilla o a Cannes, o a Niza- pero el éxito mundial de la película, dirigida por el esposo de B. B., removió los cimientos del plácido puerto, hasta entonces un refugio de artistas, intelectuales, actores de Hollywood y burgueses parisienses (...)

Nadie escribió tan bien del viejo Saint-Tropez  como Françoise Sagan, quien tenía habitación en La Ponche. Por entonces ya había trasladado sus cuarteles a Normandía, pero le gustaba venir a pasar  unos días fuera de temporada a la Costa Azul. Solía sentarse en la terraza con vistas al mar, la misma donde ahora Simone Duckstein  desgrana sus recuerdos. Ella, que también ha escrito varios libros sobre el hotel y el pueblo, vendió La Ponche el año pasado. No tiene hijos y quería asegurarse de que el establecimiento le sobreviviría...

Marc Bassets. El País Semanal, 1 de agosto de 2021 

No hay comentarios:

Publicar un comentario