viernes, 15 de abril de 2022

La pasión francesa por la Pasión sevillana

Fotograma de la cinta que gravaron los hermanos Lumière en la Sevilla de 1898

Cuentan las crónicas que en la Semana Santa de 1860 el Ayuntamiento de Sevilla gastó 10.000 reales en un fastuoso monumento eucarístico para el Jueves Santo que sirviera de reclamo para el foráneo que quisiera verlo. El fenómeno no era nuevo: ya en 1604 se había producido la conversión del rito religioso en espectáculo al obligar a las cofradías a incluir en su recorrido una parada en la catedral siguiendo un itinerario común, lo que dio lugar a la carrera oficial (recorrido obligado de las hermandades). Se prendió así la chispa de una llama que culminó en el siglo XIX cuando, además de espectáculo, se quiso que las procesiones fueran también atracción turística. Un siglo y medio después, después de dos años de parón por la pandemia, la ciudad parece volver a poner en la Semana Santa todas sus esperanzas de recuperación turística y económica. 

Los poderes civil y religioso comenzaron a entender desde 1800 que la Semana Santa podía ser un reclamo para los visitantes y como consecuencia, una fuente de ingresos. Se empezó a cobrar por ver los pasos en tribunas, entonces pensadas específicamente para que los extranjeros pudieran disfrutar de las procesiones. Y entre los visitantes europeos fue la intelectualidad francesa la que más rápido cayo fascinada por lo que el escritor Joseph Peyré bautizó como "los ocho días sagrados de Sevilla". Habitantes de un país asentado sobre bases contemporáneas, franceses ilustrados llegaban a España atraídos por un mundo singular, "diferente y desusado, donde era posible hallar el pintoresquismo y el color local que ya se habían esfumado en tantos otros territorios europeos", relata el filólogo e historiador Juan Villegas Martín en La pasión francesa. La Semana Santa de los viajeros francófonos, que acaba de publicar la editorial El Paseo.  

Una de las primeras miradas francesas que se proyectan sobre la Semana Santa sevillana y que recoge Villegas Martín es la del farmacéutico Sébastien Blaze de Bury, que entraría en España con la Gran Armada de Napoleón en los años de la Guerra de la Independencia. Pasó parte de su estancia en Sevilla, donde conoció las celebraciones de la Pasión, "de las que nos ha dejado descripciones y comentarios inestimables", comenta el autor. (...)

Fue clave también la figura de Antoine Latour, secretario del duque de Montpensier, Antonio de Orléans que estaba casado con la infanta María Luisa de Borbón (hermana de Isabel II)... Son curiosas algunas afirmaciones de Latour acerca de la fiesta sevillana, como cuando contrapone "el carácter católico de la Semana Santa de Roma con el espíritu de exhibición popular que observa en Sevilla", apunta Villegas Martín. 

El autor asegura que no se debe hablar solo de fascinación, "pues hay miradas muy críticas contra la fiesta". Están, en línea con Latour, los clérigos franceses que se escandalizaban por lo que consideran idolatría, un "carnaval religioso", mientras que otros sacerdotes están felices de hallar una ciudad donde la religión ocupa un lugar en la vida que ya en Francia hace décadas que se ha perdido. (...)

La pasión francesa por la Pasión sevillana alcanzó, pues, a pintores, escritores y periodistas durante el siglo XIX y el XX, pero el cine no permaneció ajeno  a este embrujo. Los hermanos Lumière, en sus años experimentales, traspasando lenguajes artísticos, dejaron también testimonios muy importantes, con la cinta que aún se conserva de la grabación de la salida del paso de Nuestro Señor Padre Jesús de las Penas de la Hermandad de la Estrella en 1898. Esta imágenes fueron un paso más en la internacionalización de la fiesta, que ha seguido creciendo hasta hoy.

Amalia Bulnes. Sevilla. El País, miércoles 13 de abril de 2022

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