Macron se ve victorioso y exprime las últimas horas de una campaña rara e inquietante que acaba hoy y cuyo desenlace está en el aire. Su rival, Marine Le Pen, también multiplicó actos y mítines. Solo les queda hoy para convencer tras unas semanas en las que ambos han intentado hacerlo de una manera extraña, casi disimulando quienes son: Macron intentando rebajar la arrogancia de la que se le acusa y ella tratando de suavizar su discurso radical.
Ayer, día de reseca tras el debate televisado del miércoles, ambos aprovecharon sus respectivos periplos electorales para declararse triunfantes: Le Pen se refugió en feudo amigo y declaró que tiene "todas las opciones de ganar" el domingo. Macron, más atrevido, estuvo tres horas de paseo por Saint-Denis, combate incluido, y ya ha elegido el lugar donde celebrará su victoria. a los pies de la Torre Eiffel.
Sint-Denis es uno de los municipios más pobres de París y allí ganó Melénchon en la primera vuelta, con un 60% de apoyos y una abstención superior al 34%. Macron, que quedó a años luz pero por delante de Le Pen, pretendía congraciarse con una zona olvidada en las campañas y en las promesas y que también lo ha estado durante su mandato.
Al presidente se le considera altivo, pero si tiene que remangarse y ponerse a boxear por un puñado de votos, lo hace. De hecho, declaró que estos barrios populares "son una oportunidad para la República" y prometió dotar de más medios a los colegios, impulsar el empleo y acelrar la rehabilitación de viviendas. Empoderado al saberse ganador del debate, aprovechó para criticar el proyecto de Le Pen, que "divide el país" y "no es coherente".
El mapa electoral de Macron no es casual. En estas dos semanas su ruta ha sido perfilada estratégicamente, casi como si fuera una operación militar. Hoy cerrará su campaña en Figeac, al sur del país, donde en la primera vuelta ganó él pero quedó segundo Mélenchon. Este obtuvo un 20% de apoyos y aunque gran parte de sus electores planea abstenerse o votar en blanco el domingo, las papeletas de los que sí van a pronunciarse son muy codiciadas.
Marine Le Pen cree en la remontada: ayer se reivindicó en zonas donde es la más votada, primero en Roye (La Somme, en el norte del país), donde dijo ser "la candidata de la Francia que trabaja" y volvió a criticar la "arrogancia sin límites y el desprecio" de Macron en su último mitin en Saint-Laurent-Blangy, en Pas-d-Calais, al norte del país, su feudo. Tampoco escatimó una estampa electoral: mientras Macron boxeaba, ella se subía a un camión amarillo con unos transportistas.
La ultra derechista centró la mayor parte de su discurso en agitar el rechazo que suscita un Macron "condescendiente" y que "no lamenta sus errores": "Un presidente no debería comportarse así. Yo seré la presidenta del respeto a los franceses", dijo. "Para que pedir la dimisión del presidente si en dos días podemos ir a votar", demandó ante su público...
El candidato centrista ha ido ganando terreno en los sondeos estos días. Aunque en la primera parte de la campaña Le Pen, muy activa, subía frente a un Macron casi desaparecido, tras la primera vuelta ella recula en intención de voto y él sube. Si el 7 de abril él obtenía un 53% de apoyos frente al 47% de Le Pen, ahora tiene 55%, frente al 44% de votantes que la apoyarán a ella, según el sondeo de Ifop para LC1 y París Match publicado ayer.
Raquel Villaécija. París. El Mundo, viernes 22 de abril de 2022
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