La novela negra se planta frente a la ultraderecha
En el bullicio del gran vestíbulo del Palacio de la Bourse, atestado desde primera hora de lectores en busca de sus autores preferidos, escritores, libreros y editores señalan a Jerôme Leroy como el hombre clave para pulsar el ambiente. El escritor francés (Ruan, 57 años) escribió en 2011 Le Bloc (Gallimard), una novela negra, política y aterradora por su capacidad visionaria, que situaba a una mujer claramente inspirada en Le Pen al borde de la presidencia. "El género negro es más que nunca el mejor instrumento para abordar este fenómeno. Es extremadamente pertinente porque no posa su mirada allí donde está la actualidad inmediata del periodismo. El escritor de este género puede reaccionar moldeando la realidad a su gusto, algo que el periodista no puede hacer.
La memoria y la mirada al pasado juegan un papel esencial en este abordaje literario a la actualidad. Frédéric Paulin (Île de France, 50 años) es un orfebre de ese híbrido que junta historia y crimen. El autor de La fabrique de la terreur (Folio Policier) recorre los caminos abiertos por, entre otros, Hervé Le Corre -ganador del Premio de los Lectores 20 Minutes en la edición de este año del festival. "Mis novelas dicen que Francia no es tan pura como le gusta presentarse. Es el gran país de los derechos del hombre, cierto, hay un sentido histórico y todo eso, hay que reconocerlo, pero como ciudadano y todavía más como escritor me siento responsable en cierto modo de la memoria de mi país. No tengo la respuesta a todas esas grandes preguntas, pero solo el hecho de cuestionarse ciertas cosas ya es esencial, sobre todo cuando ves cómo están las cosas en Francia y el auge de la extrema derecha. ¿Qué nos puede pasar?, duda en voz alta.
Dominique Manotti (París, 79 años) es una clásica viva de la novela francesa. Ya desde su primera obra, Sendero sombrío (1995), es la mejor representante de la influencia y el alcance del neopolar, movimiento de ultraizquierda dentro del género, iniciado por Jean Patrick Manchette en la década de los setenta. (...)"En Francia no hay racistas, así que no hay crímenes racistas", dice citando con sorna a Pompidou. "Este es el resultado de esa política que consiste en negar. ¿Cómo va a haber racismo en el país de la razón, el laicismo, los derechos humanos? Hay una narrativa nacional que canta nuestras glorias". Pero, ¿y la situación actual? "No se hace buena literatura con buenos sentimientos. La literatura, la buena literatura, puede dar voz a los que no la tienen, que no es poco", lanza para el que quiera entenderlo...
Franck Thilliez es un habitual de los primeros puestos en las listas de los más vendidos, posición que consigue con libros siempre muy pegados a la actualidad. "La función del polar es sin duda recoger historias que, además ocurren en la sociedad de hoy en día. Es una fotografía del mundo en el que vivimos en un momento dado". En un mundo tan convulso, Thilliez busca "contar el sufrimiento de la gente " y reflejar como suben los extremismos de todo signo..."Yo no creo en nada , así que lo que me gusta es mostrar que el problema no son las convicciones políticas, sino el principio mismo de poder".
De ese poder, en todas sus dimensiones habla, en realidad, la novela negra de corte más político. De ese poder habla también Leroy en su última obra, Les derniers jours des fauves (Los últimos días delas bestias), una ficción política en un futuro próximo en crisis constante que se parece mucho al presente. "El desafío es tal que hay una especie de pesimismo democrático. Me pregunto cómo van nuestros sistemas a hacer frente a crisis enormes de forma indefinida y seguir siendo democráticos",
Juan Carlos Galindo. Lyon. El País, domingo 10 de abril de 2022
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